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EL LLANTO DE MI MADRE

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A: Roberto Valero Real (Matanzas 27 de mayo de 1955, Washington, D.C. 23 de septiembre de 1994). 

Por Gretell Lobelle

La Habana.- Dos veces he visto llorar a mi madre con congoja. Entendí años después qué es la congoja. La primera vez fue en el ´80 cuando Roberto se fue por el Mariel. Tenía cuatro años. Con cuatro años no se recuerda mucho. 

A mí me debió impresionar el estado de mi madre porque de ese evento no hay imágenes en fotografías, solo el llanto, las lágrimas  y su rostro. Tengo el recuerdo vago,  la sensación del desespero, el de una niña que no entendía el sonido de ese sollozo, el sonido del desconsuelo. Más tarde entendería qué es el desconsuelo.  

La segunda vez fue en 1994, recuerdo que mi madre salió a casa de la vecina. En aquella época recién nos habíamos mudado a la casa de Peñas Altas y aún el servicio de teléfono no estaba instalado, la llamaba Maru para darle la noticia: Roberto había muerto. 

Tengo la manía desde pequeña, cuando estoy con mi madre no perderle ni pie ni pisada. Hace años que no vivimos juntas, pero de mi ombligo a su ombligo hay una carretera, una línea invisible. Siento, presiento a mi madre y a mí hija porque en célula y espíritu estamos unidas. 

Ese día como tantas veces salí al portal y la esperé. La vi salir por la puerta y fui a su encuentro.  Abracé a mi madre en el jardín de María Antonia envuelta en aquel llanto. Mi abrazo no era de consuelo, sino de refugio, estando yo cerca ella no se quiebra, no se desarma. Esta vez ya no era la niña de cuatro años, tenía 18 y pude darle nombre a ese llanto.

Roberto fue expulsado de la universidad, por parafrasear la carta de despedida del Che, decía la expulsión: por su abierta y franca oposición al gobierno, allá por los años 78-79′. Fue expulsado de la universidad y de Cuba. Emigró en el 80′, dejó un país donde ya no cabía. Uno de los poetas más agudos de aquella generación del Mariel, apenas conocido en esta isla. Nunca publicado.

Siempre en esta fecha de su muerte publico este texto, en memoria honrando su memoria. 

TODAVÍA FALTA

 Días interminables,

escuelas aburridas que enfermaron el alma,

incomprensión total,

esfuerzo que robó las horas más bellas de mi historia.

Aquí estoy gastándome como un tubo de pasta,

montes corroídos de tiempo,

como unos tenis viejos,

un repuesto de plumas,

o la primera maleta del colegio.

Asisto a cines y teatros,

tiro fotos

queriendo atrapar lo que no tengo,

tomo helados,

obedezco las leyes de «mi patria»,

me orino en la existencia,

este mismo poema

es mezcla de traumas

rejas escondidas y perretas.

Si pudiera matar te mataría,

si pudiera llevarme tu sonrisa,

tu sexo hasta mi cama,

si pudiera comerte…

No me importan los carros,

los viajes hasta el fin del universo,

el hambre desmedida.

Yo seguiré gastándome,

con traumas incurables,

obedientes esbirros,

yo seguiré con traumas y gastándome.

Necesito tenerte,

necesito que duermas con mi angustia,

que me rajes el pecho

y te asomes,

y te encuentres la estrella que me escondo,

que te cuido por gusto,

y nadie te dará otra

o nunca brillará como la mía.

No me pases de largo,

sin que duermas una noche entre mis brazos,

una aburrida noche de mi vida.

Aquí estoy gastado hasta los huesos

  como el tubo de pasta,

    los tenis viejos,

      el repuesto,

        un rollo en blanco y negro,

los montes corroídos de tiempo.

            Diciembre, 1977

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