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EL CORRESPONSAL DE CUBA EN SIRIA CUENTA LA VERDAD Y LE LLUEVEN LAS CRÍTICAS

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- La televisión cubana y Prensa Latina tienen -tienen aún- desde hace casi una década un corresponsal en Damasco, un tal Fady Marouf, que estuvo alineado con el gobierno de Bashar Al Asad, cuyos actos defendió hasta el último momento, o hasta que el gobernante se montó en un avión y dejó, supuestamente, quemados a todos su seguidores, para irse a Rusia.

Fady Marouf pensó que la coalición rebelde que entró en Damasco casi de paseo, sin oposición alguna, iba a arrasar con todo y convertiría a la bella capital siria en un mar de sangre, tal como presagiaron los voceros de Al Assad, quien, presumiblemente, contaba con el apoyo de la población.

Pero no fue así. La llegada de Abu Mohamed al Jolani a la capital siria se tradujo en muestras de alegría, festejos de la inmensa mayoría de la población, tranquilidad en las calles, paz, y el retorno de muchos de los que habían dejado la ciudad en días anteriores, porque pensaban que sus edificios y plazas serían destruidos por las bombas rebeldes, o por el odio acumulado de los triunfadores.

Fady Marouf se hizo eco de esta tranquilidad, se contagió de la alegría de los sirios, de los capitalinos. De pronto, dejó de sentir miedo por sus familiares y se vio envuelto en una nueva vida, alejada del odio que reinaba en el país hasta unos días antes, con mensajes violentos y presagios de catástrofes, ajustes de cuenta, muertes, desapariciones.

Las notas de Marouf para los medios cubanos ya no sentaron tan bien, y mucho menos sus publicaciones en redes sociales, porque muchos de los que admiraban su trabajo, en aquel país supuestamente asediado por el mal, no entienden cómo, ahora, el hombre cuenta la realidad de Damasco y de Siria. No se explican cómo puede hablar de paz, tranquilidad y reconciliación.

Cuando en su perfil en Facebook, Marouf llama a la tolerancia y se vanagloria, en vídeos y fotos, de que su país y la ciudad donde vive, se muestre en todo su esplendor, acérrimos defensores del castrismo lo cuestionan, y le preguntan cómo es posible que haya cambiado tanto.

El hombre no ha cambiado, solo cuenta lo que ve. Narra lo que sucede. Se ha ilusionado con el cambio, con la tranquilidad en la capital, con el actuar del nuevo gobierno temporal, formado, eso sí, por grupos muy variopintos, entre los que se encuentran muchos que en algún momento pertenecieron a grupos terroristas, o considerados como tal.

Pero esos no saben que en Siria la vida es así. Hace unos años, cuando el gobierno de Al Assad logró, con la ayuda de Rusia e Irán, alejar de Damasco, y sacar de Alepo y otras ciudades a los grupos terroristas que las atacaban o las controlaban, el entonces mandatario ofreció su ejército a los que desertaran de las filas enemigas, y muchos cambiaron de bando.

¿Cómo se producía el cambio de bando? Muy fácil: solo tenían que cortar sus largas, melenas, recortar las barbas enormes y jurar fidelidad al sátrapa y todo normal.
¿Por qué quieren los cubanos, o algunos cubanos, que los sirios sigan matándose entre ellos? ¿Por qué critican a Marouf cuando aboga por paz, armonía, perdón y tranquilidad para su país y su gente? ¿Por qué insinúan que Marouf se ha convertido en un traidor, o se lo dicen?

https://www.facebook.com/FadyMarouf/videos/625779469775914

Este hombre solamente cuenta lo que ve y lo que ocurre y sus sensaciones, que hace públicas, y están al alcance de todos, son una muestra elocuente de que un país sometido por un tirano, en guerra, dividido, con la presencia de fuerzas extranjeras de varias potencias, aún puede salir adelante y aspirar a vivir bien y perdonar.

Cierto es que no lo han perdonado todo, pero los que asumieron el gobierno, luego del pillaje de las horas iniciales, han establecido el orden y Damasco está tranquila, y lo estaría mucho más sin los afanes expansionistas de Israel, cuya fuerza aérea bombardea un día sí y otro también las afueras de la ciudad, con la intención, dicen ellos, de destruir vestigios del antiguo ejército de Al Assad, que ya no existe, los dejara tranquilos.

Y también si los tanques sionistas dejaran de avanzar en los Altos del Golán, un territorio que quieren para sí.

Nadie sabe qué pasará en Siria mañana, en 2025 o en 2030. Es posible que vuelva la guerra, que las facciones, que son muchas, no logren ponerse de acuerdo y alguna de ellas vuelva a levantarse en armas. Es casi seguro, incluso, que Turquía continúe bombardeando los asentamientos de los kurdos sirios, pero ahora todo está tranquilo y vale la pena destacarlo.

Y el tal Fady Marouf no hace más que contar una historia, con un relato que, se nota, lo ha cambiado de la noche a la mañana. Ya no es el hombre preocupado por lo que pueda ocurrir al día siguiente, vísperas de un combate en el que le va la vida. Ahora es un hombre diferente, el narrador de una historia que disfruta y la vive con optimismo.

Lo mismo que ha pasado en Siria, puede pasar en Cuba. La Habana, con un nuevo gobierno, no tiene por qué ser un campo minado para cada cubano. Puede ser la ciudad donde confluyan hombres con opiniones e ideas diferentes, en perfecta armonía, porque los cubanos tenemos más cosas que nos unen que las que pudieron tener los sirios.

Nosotros, por ejemplo, tenemos más hambre, más pobreza, más necesidad de libertad y más unidad como nación que la de una Siria formada por tribus de distinto origen, con creencias irreconciliables, y aún así lo han logrado.

Voto por una Siria próspera y libre, y por una Cuba que se agite el yugo castrista y mande a los barrigones que dirigen a cualquier parte. Y en todo estoy doy las gracias a Fady Marouf, que me lo ha enseñado en apenas unos días.

(No dejen de ver el vídeo adjunto)

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