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Por Jorge de Mello ()
La Habana.- Los apagones en Cuba han llegado al récord de sobrepasar las 43 horas consecutivas, una nación que se desmorona a oscuras.
Cuba esta sumergida en las tinieblas como nunca antes, porque no solo es la luz, es el agua, el gas, la comida, la represión, todo.
Y el gobierno cada día demuestra con su modelo caduco, corroído, ineficiente y corrupto y para colmo antidemocrático, que jamás va ser la solución de nada, porque ellos son exactamente el problema. Eso ha sido así por décadas.
Los cubanos están ya en el límite de la infelicidad y ya muchos tienen conciencia de que lo peor aún no ha llegado, porque prevalece también esa maldita costumbre de acumular, acumular, esperar y esperar, que se han convertido en la sociedad de la espera, de aguantar y aguantar y que llaman también resistir.
Resistir es tal vez una de las cosas más injustas, absurdas, egoístas y caprichosas a la que se ha obligado al pueblo cubano en estos años de más de medio siglo, porque se les ha ido la vida en eso, porque su dirigencia encabezada por el máximo líder Fidel Castro así fue desde 1959, y así pretenden seguir eternamente con su mismo discurso, falsa promesa y cinismo, porque han sido los grandes enemigos del cambio.
Esa infelicidad nacional acumulada, sin dudas, provocará otras tragedias, como esas amenazas de funcionarios y voceros del gobierno y el partido a través de los medios, que prohíben que la gente se exprese, sembrando el terror de ir a una cárcel, sacando nuevos decretos y medidas represivas hacia las personas.
Se ensañan con los que cada día tienen menos, los que cada día están más desprotegidos, que lo han perdido casi todo, y lo hacen porque su poder está basado en el miedo.
Y eso, señoras y señoras, compañeros y compañeras, tendrá un resultado catastrófico y cada día me convenzo de que ahí correrá la sangre, porque es demasiado el abuso. ¡No hay mal sin una causa!