
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Laritza Camacho
La Habana.- Hoy cogí una Gazella en la esquina de Tejas¡Vacía! Eran las 8:50 am. Pasaron cosas súper interesantes.
Una señora con bastón iba a moverse escasas 20 cuadras. El asiento vacío era el de adelante y enseguida la gente se brindó para cambiarse y acomodar a la señora atrás. Luego la ayudamos a bajar y se le regaló el pasaje.
Andaba yo feliz porque esas cosas me provocan deseos de abrazar al mundo. En otro momento del trayecto se monta un señor un poco raro. Ni joven, ni viejo, con un palo como bastón, no podía uno saber a ciencia cierta si veía o estaba ciego.
Cuando paramos en el parque de la Fraternidad, el señor se agitó un poco y preguntó por dónde íbamos. También aclaró que estaba casi ciego.
El viaje termina un poco más adelante, al costado del agro de Egido. Alguien lo ayudó a bajarse, de inmediato, el señor se viró y tendió su mano con caballerosidad para a su vez, ayudar a la mujer que venía bajando detrás de él y que resulté ser yo.
No veía apenas, pero su hidalguía hizo que todos voltearan para mirarlo a él. A veces la vida regala pequeños gestos que son como caricias en el día a día. Gracias.
En cuanto al recorrido por toda la calle Monte -mi calle- estaremos conversando en breve. Ahí sí, la verdad, no hay peor ciego que quien no quiera ver.