LETICIA MARTÍNEZ, LA SUPERCLARIA, RESPONDE A SILVIO EN DEFENSA DE DÍAZ-CANEL

CUBALETICIA MARTÍNEZ, LA SUPERCLARIA, RESPONDE A SILVIO EN DEFENSA DE DÍAZ-CANEL

Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Los voceros de la dictadura cubana ripostan a todo. En esa cruzada eterna por no quedarse dados, salen al paso hasta a los memes. Y si por casualidad alguien con un poco de peso en las opiniones, como Silvio Rodríguez, suelta alguna crítica, aparecen en manada a comérselo. Así funciona el castrismo.

Hace unos días, Silvio enfocó los cañones al Festival del Habano y se cuestionó todo lo que sucedió en el Capitolio. Habló de lo que representa para el país, con sus símbolos, como la estatua de La República o los restos del mambí desconocido, y consideró ilegítimo aquel alarde de luces, lujo y dinero a unos metros de los apagones y el hambre.

El presidente cubano, el impuesto por Raúl Castro, acudió al Festival del Habano. Dicen sus defensores que estuvo allí para prestigiar el evento, que -dicen también- recaudó varios millones para el ministerio de Salud.

Silvio alertó, llamó la atención, sugirió, porque tampoco es que vaya tan al fondo en sus cuestionamientos, ni que llame a las cosas por su nombre, pero como saben que el trovador ejerce influencias, desde las cercanías de Díaz-Canel salieron las superclarias a contrarrestar. Y la tarea se la dieron a la jefa de prensa del supuesto jefe de Estado, Leticia Martínez.

La inmensa mayoría de la población cubana no conoce a Leticia Martínez, ni la ha visto jamás, porque su estilo no ha sido el de ir por ahí mostrándose en televisión o llamando la atención. Su método ha sido otro, mucho más ladino, pero efectivo.

Martínez se graduó de periodismo en Santa Clara. Trabajar allí, en una emisora provincial o en el periódico de la provincia, no estaba a la altura de sus pretensiones y vino para La Habana. Sabía que, si quería hacer carrera en su profesión, aquella ciudad mustia del centro del país no era el lugar.

Cayó en Granma en la época del difunto Lázaro Barrero, cuando este era una especie de vedette de la televisión y apenas tenía tiempo para ocuparse del periódico, y cuando, encima, se iban o se morían, los periodistas del referido medio.

Enseguida Martínez ascendió. Luego de unos meses en una redacción, Barredo le encargó ser la jefa de Información, y ella, ni corta ni perezosa, aceptó. Dicen las malas lenguas que hasta alguna felación hubo de por medio, porque Barredo no era de esos de hacer las cosas a cambio de nada, pero ahí se disparó su carrera.

Al poco tiempo, Leticia Martínez formaba parte del equipo de prensa de Raúl Castro, y cuando este ‘abdicó’, se fue a trabajar directamente con Díaz-Canel. El grupo de prensa ya no estaba formado por dos personas, sino que ahora era numeroso e incluía representación de todos los medios, con la intención de que no volviera a ocurrir lo de Boris Fuentes y aquello de «la Limonada es la base de todo».

Desde entonces, cada vez que alguien pone en el foco al presidente, allí aparecen las superclarias de su equipo de prensa para defenderlo a toda costa, con Martínez a la cabeza.
Ahora, cuando Silvio habla de dignidades y no sé cuántas cosas más, sin mencionarlo, pero abiertamente inconfundible, Leticia fue contra el cantor, y recordó en sus redes todo lo que Cuba ha hecho en la medicina, en la educación o en el deporte.

Habla de medicamentos creados en un país que es incapaz de producir una aspirina, donde los hospitales no existen y donde mueren personas porque no hay oxígeno o material quirúrgico para operarlos.

Habló de educación en un país donde no hay libros, ni pupitres, y tampoco hay maestros. Hay escuelas en Cuba donde los niños no han dado clases en una semana porque no aparece un profesor de ninguna asignatura. Pero ella, al parecer, no lo sabe.

Para no ser muy tedioso, mencionaré un último aspecto, las glorias olímpicas. Y parece que tampoco sabe que un por ciento grande de los campeones y medallistas olímpicos viven en el exterior, o sobreviven en la miseria más espantosa, o están en la cárcel.

Hace unos años, en la sede del Comité Olímpico Cubano estaban las fotos de todos los campeones. José Ramón Fernández, quien presidía el referido organismo, mandó a quitar las fotos de los que se habían ido. Si lo hacen ahora se quedan aquellas paredes vacías, o casi.

Leticia Martínez defiende lo indefendible y tiene miedo de que lo que tanto defiende se caiga de pronto y su estatus vaya a desaparecer, porque con lo que tiene en su currículo me parece muy difícil que alguien le vaya a dar trabajo, a no ser que decida contar todas esas cosas que ocurren y que por ahora no sabemos.

Si lo hace, no sería vender su alma al diablo, porque eso ya lo hizo desde que decidió ser la vocera principal del castrismo corrupto y asesino.

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