Por Joel Fonte ()
La Habana.- Cuba no es cualquier país. Cuba está prisionera -no gobernada- desde hace 65 años por una dictadura asesina que ha robado a los cubanos no solo sus derechos como seres humanos, hasta los más básicos, sino que les ha arrancado además sus sueños, sus esperanzas.
En Cuba es impensable un proyecto de vida personal, o familiar, sobre la base del trabajo honesto para la inmensa mayoría de los cubanos -casarse para llevar una vida sin carencias, tener hijos que no sufran privaciones, una casa propia, comprar un auto, viajar…- porque en Cuba la tragedia cotidiana es procurar un maltrecho plato de comida para los hijos, un pedazo de pan duro…
Todo eso lo sufrimos los cubanos, arreados, aguijoneados ¿por quién?: por un clan, por un apellido que se mostró ante el pueblo ingenuo, que anhelaba un Mesías, un Salvador, como un modelo de virtud y de modestia, de altruismo.
Esa fue la imagen que nos vendió Castro a nuestros abuelos, a nuestros padres, a nosotros y a nuestros hijos: la virtud y la humildad.
Y luego Raúl Castro, su hermano heredero monárquico; y luego el señor Díaz-Canel, el heredero designado para ‘la cosa administrativa, para dar la cara, y para gozar la papeleta…’; el mismo señor que nos llama a resistir creativamente mientras paso a paso nos regresa a la edad de piedra.
El pueblo a la edad de piedra, mientras los ‘líderes’ se roban el país y se constituyen en élite privilegiada.
No, Cuba no es cualquier país. Y el novio no es tampoco un proletario.
Basta de manipulación y mentiras. Basta de tolerar injusticias. ¡No más dictadura en Cuba!