Por Esteban Fernández Roig jr. ()
MImai.- Esto es lo que debes saber antes de casarte: Lo primero que debes asegurarte es no decirle jamás a tu esposa: “¡Mi madre es tremenda cocinera y hace unos frijoles negros un millón de veces mejores que los tuyos!”.
Cuando vayas al toilet no debes permitir, bajo ningún concepto, que cuatro gotas de orine caigan al piso. El que tenga el bate corto que se acerque al “home plate”.
Aprende que la tapa del inodoro debe estar siempre como ella te indique que va.
Resígnate a perder el control remoto del televisor y que la temperatura de la casa debe estar a su gusto.
Haz público y notorio que pones a unos suegros -hasta ayer desconocidos- a la misma altura de tus adorados padres.
Debes aprender que en tu hogar jamás ganarás una discusión. Si la ganas ni chistes, tráncate asustado en el baño. Y aterrorizate cuando te digan: “¡Tenemos que hablar!”.
Debes inmediatamente borrar todos los nombres de las muchachas que hasta ayer tuviste en tu teléfono, y no trates de engañarla cambiando sus nombres por: “Alicio, Alino, Margarito, Mario Terezo, Mónico, Mireyo, Anito y Tanio”.
Evita por todos los medios que ella descubra tus grandes defectos, se dé cuenta de cualquier debilidad y pueda decir: “¡Ay, la verdad es que ahora tú no eres igual a cuando éramos novios!”.
AL FINAL DE LA JORNADA
Tranquilo, te sentirás un triunfador, el hombre más “realizado” del mundo cuando lleves 55 años de casado y todavía conservas a esa gran mujer a tu lado, te quiere, te ríe tus chistes cien veces contados, es tu mejor amiga, tu confidente, tu enfermera, tremenda madre con tus hijos y la mejor abuela con tus adorados nietos.
Al despertarte cada mañana te dirá: “Mi amor, ya te colé café; mira, aquí tienes la pastilla para la presión alta, llámame si necesitas ayuda para ponerte tu supositorio de Preparación H”.
Y al pasarle por detrás y darle una cariñosa nalgadita, se sonría, te haga una picaresca seña con el ojo y te diga: “¡Ay, viejo tú no cambias!”
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