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Por Alina Bárbara López Hernández
Matanzas.- Nunca he objetado la necesidad de que la economía cubana tenga diversas formas de propiedad: social (que no es exactamente estatal), cooperativa y privada.
Incluso, he afirmado que la Ofensiva Revolucionaria de 1968 fue uno de los mayores y más costosos errores políticos y una decisión típica del voluntarismo económico que distinguió a Fidel Castro.
Sin embargo, no estoy entre las voces que defienden la posibilidad de una reforma en la economía sin transformar antes el sistema político. Tampoco creo, como veo que argumentan algunos, que la existencia de pequeñas y medianas empresas podrá flexibilizar poco a poco la intransigencia, la exclusión política y el autoritarismo propios del modelo de partido único.
Si alguna duda al respecto hubiera tenido, ella quedaría esclarecida luego de escuchar el análisis realizado en el 7mo Pleno del Comité Central del PCC, en el cual se afirmó:
«En la medida en que seamos más capaces de relacionarnos con los actores económicos privados, de vincularlos con nuestros objetivos económicos y sociales, mayor será el ascendiente político-ideológico que tendremos sobre ellos».
A confesión de partes, relevo de pruebas.