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EL HAMBRE PONE EL CEREBRO A MILLÓN

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Por Ulises Toirac ()
La Habana.- El precio de todo está por las nubes. No es noticia. Pero si hay algo que me duele hasta los calcañales es el precio de las pizzas. Hubo épocas en que «mataba la jugada» zampándome una. O dos.
Ya ni eso. Miro los precios y tomo agua porque lo que tengo es sed.
Pero he pensado una solución ideal para mi trauma italo-comestible: En todas las películas americanas de asaltos de Banco, para cuando pasan horas y los rehenes están cruzaos, la policía envía cajas de pizzas a los ladrones que los tienen secuestrados.
Yo, la parte de las cajas y la gente comiendo, la paso, como cuando chama los viejos me mandaban a traer algo en las escenas de sexo.
Pero ahí está la solución.
Voy a emigrar para una gran ciudad americana. Una que tenga un seremillar de bancos. Y pues, ¡me meto el día de banco en banco, esperando que asalten!
No es por na, pero el hambre te pone el cerebro a millón

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