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Por Padre Alberto Reyes Pías
Florida, Camagüey.- Un día, hablando con una religiosa que había sido superiora por muchos años, me dijo: “Una de las cosas que más me cuesta como superiora es separar lo que está mal de lo que no me gusta”.
Hoy celebramos un misterio de unidad y comunión. Unidad y comunión que no sólo se manifiestan en el vínculo que produce el amor entre las personas de la Trinidad, sino en la confluencia de sus
voluntades, porque la Creación, la Redención y la Santificación de la humanidad, no son “proyectos individuales” de cada una de las personas divinas, sino el resultado de una mirada común.
Los humanos somos, por naturaleza, diferentes, pero se nos ha dado el don de la mirada común, si bien es un don que hay que aprender a elegir y que, cuando se elige y se pone por encima del protagonismo de los propios deseos, convierte la diferencia en riqueza y creatividad y, si se puede hablar así,
“desconflictiviza” la existencia.
¿Qué es el don de la mirada común? No es ausencia de proyectos ni ideales personales, no significa que no haya deseos y sueños propios, sino abrirse a la grandeza de alma de mirar más allá de los propios proyectos, sueños y deseos, y de buscar insertarlos en la vida de tal modo que favorezcan el bien mayor, el bien que alcanza a más personas.
El don de la mirada común es el secreto que permite formar una familia sana, es el alma del buen educador, es el éxito real de un empresario, es lo que da legitimidad a un gobierno, es lo que permite que la Iglesia construya realmente el Reino de Dios,
La base de muchos conflictos está, precisamente, en la actitud obstinada, caprichosa incluso, del que se aferra a un mundo querido a la propia imagen y semejanza. La vida se vuelve conflictiva cuando asumimos el convencimiento absurdo de que solamente existe un modo correcto, una visión perfecta, un
camino posible: el mío.
Por eso, para abrirse al don de la mirada común, es necesario tener muy claro lo que más favorece al crecimiento sano de una familia, de una amistad, de un grupo de trabajo, de un país, de una sociedad, de la Iglesia…, poniendo ese beneficio común por encima de nuestros gustos personales, de nuestras preferencias y, por supuesto, de nuestros caprichos.
La mirada común es la manifestación en la tierra del espíritu trinitario, y significa atreverse a vivir en
plural, y apostar por el somos y el nosotros.