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BRUNO Y EL SOCIALISMO DE LAS LISTAS

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Por Redacción Nacional

La Habana.- Cuando uno creía que lo había visto todo, Bruno Rodríguez volvió a salir en redes a decir una estupidez monumental. Esta vez no fue para defender un sistema de salud podrido, ni para anunciar alguna gira internacional con termoeléctricas imaginarias. Fue para tachar de “mentiroso” a Marco Rubio, el Secretario de Estado estadounidense que se ha convertido en la piedra en el zapato de la diplomacia cubana.

El «pecado» de Rubio fue anunciar la reincorporación de Cuba a la lista de países que no cooperan plenamente en la lucha contra el terrorismo. Una lista, por cierto, que huele a política tanto como a gasolina en una estación apagada de Holguín. Pero vamos al grano: ¿realmente la isla coopera con algo que no sea el adoctrinamiento ideológico y la represión a sus propios ciudadanos?

Bruno, el mismo que nunca ha dicho una palabra sobre ciudadanos golpeados en una estación policial, salió con su cartelito de “doble rasero”. Dijo que en EE.UU. hay gente que financia el terrorismo contra Cuba. Que Rubio miente. Que todo es una campaña contra el pueblo cubano. Que deberían hacer una lista de políticos corruptos y mentirosos.

Nadie con dos dedos de frente se puede prestar para validar esa narrativa. Aquí adentro hay quienes por tres pedazos de mortadella rancia comparten un discurso oficial vacío, sin mirar hacia la celda donde duerme un preso de conciencia. Dicen que “el bloqueo es una barbarie”. Y en este país lo verdaderamente bárbaro es mirar hacia otro lado mientras el régimen teje su red de silencio, expulsa, reprime, excluye, encarcela.

Bruno nunca va a tener la valentía de decir que el socialismo tropical está podrido desde hace décadas. Le falta vergüenza para advertir que el verdadero terrorismo en Cuba se practica desde un gobierno que castiga al que piensa distinto, al que canta “Patria y Vida”, al que decide marcharse porque no puede más.

Marco Rubio podrá ser cualquier cosa -político de carrera, conservador hasta los huesos, oportunista electoral-, pero al menos no juega a las ambigüedades. Sabe bien que el régimen cubano no está limpio. Que utiliza el lenguaje revolucionario para justificar una maquinaria represiva que no deja espacio a la dignidad ni al disenso. Y eso es algo que Rodríguez Parrilla nunca quiere entender.

Lo único que hace el canciller de la indignidad es tuitear sandeces, mientras Cuba sigue en todas las listas posibles: la del hambre, la del exilio, la del apagón eterno, la de los héroes encarcelados.

Este personaje es de las peores cosas que le pueden pasar a un país. Lo tengo claro desde un puñado de años.

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