Por Esteban Fernández-Roig
Miami.- 1962. Me iba para “el norte”. El norte glorioso y salvador. No tenía maleta, alguien me consiguió un “jabuco”, otros le decían “gusano” o «chorizo». A eso en el «Army» le dicen «duffle bag».
Yo creía que allá adentro solo traía un par de pantalones, dos camisas, unas medias, y unos calzoncillos. Era en realidad un saco lleno de recuerdos.
Esos trapos me duraron hasta que varios meses después me puse el uniforme verde del ejército de este país y un par de botas militares.
Siempre durante toda mi vida había tirado a basura todo lo que me llevaba en el jabuco. Porque basura era. Ahora se me antoja simbólicamente abrirlo de nuevo.
Hoy recordando y pensándolo bien creo que traía otras cosas: eran en realidad 17 años de mi vida, un colibrí, una pareja de canarios, alpiste y una jutía.
Acarreaba los acordes de “Vida Consentida” cantada por Lino Borges y “Envidia” ,de Vicentico Valdés”.
Traía el dolor de escuchar a esbirros gritando “Paredón” y de letreros sumisos en las puertas diseminados por el territorio nacional de “Esta es tu casa, Fidel”.
Y en lo más profundo de la improvisada maleta estaban los recuerdos de los chivatazos del Comité de Defensa del barrio.
Venía junto a mí «El Grito De Yara» y “La Protesta de Baraguá”.
Traía más de 20 vueltas al parque con Simón Der Arap, “Puntilla”. Adentro estaban cientos de pensamientos, poesías y discursos de José Martí. Venía un grito de «¡Viva Jaime Quintero Alcalde!»
En ese bulto estaba el día de la entrada al Kindergarten en el Colegio Americano, el primer programa de televisión llamado La Familia Pilón. Traía mi admiración por los Brigadistas 2506 y por los alzados en el Escambray. Traía el recuerdo de Benny Moré cantando “¡Castellano qué bueno baila usted!”
En ese fardo traía en la memoria a Tamakún el vengador errante, y a Leonardo Moncada. A Pototo diciendo “Cosa más gran la vida” y Celia gritando “Azúcaaaa”.
Allá adentro del saco color «aceituna» venían 20 mil dicharachos cubanos, historias, cuentos, anécdotas, y las lágrimas de unos padres y un hermano despidiéndome y llorando. Y venía la estrella en la frente del general Calixto García.
Venía un pueblo, un escudo, una bandera, un himno, la veneración por los mambises, y mi dolor por los mártires caídos gritando “¡Viva Cristo Rey!”
Encerrados allá adentro estaban los recuerdos de 15 Navidades felices, Tres Reyes Magos, tres hermanos Villalobos, y los tríos de Servando Díaz y los Matamoros.
