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A PROPÓSITO DEL V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

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Por P. Alberto Reyes Pías ()

Evangelio: Lucas 5, 1-11

Camagüey.- Dios no creó autómatas, sino criaturas capaces de pensar, de razonar, de aplicar una lógica a la vida. Y esa lógica nos guía en lo que decidimos hacer o no hacer.

Cuando Cristo nos entregó el evangelio, puso delante de nosotros la lógica de Dios, y nos invitó a hacer coincidir nuestra lógica con la suya. El encuentro de estas dos lógicas no ofrece generalmente problemas en el contenido de lo que hay que hacer, pero suele complicarse cuando empezamos a añadirles los “sí… pero”.

Esto es lo que sucede en el evangelio de hoy. Para Pedro, por supuesto que hay que pescar, pero ¿ahora?, ¿de día?, ¿cuando los peces están en el fondo? ¿No es un esfuerzo inútil?, ¿no será agotarse para nada?

Siguiendo su lógica, Pedro no habría salido a pescar, pero tiene el tino de fiarse de lo que Jesús le pide que haga… y es tan abrumador el resultado que termina sintiéndose indigno.

Esto mismo nos sucede muchas veces: nos damos cuenta de lo bueno o lo necesario de hablarle a alguien de Dios, de dar un consejo, de reprender un comportamiento, de intervenir para frenar algo negativo… pero empezamos a añadirle nuestros “peros”: sí, pero… ¿valdrá la pena?, ¿servirá de algo?, ¿me harán caso?, ¿no habrá un malentendido?

Y nos dejamos secuestrar por nuestras dudas, por nuestros miedos, por lo que a nuestra mente le da la gana de pensar que va a pasar.

Nos damos cuenta de la necesidad de actuar, de hablar, de advertir, de invitar, de confrontar… y en vez de ir dando un paso a la vez, y hacer lo que vemos que la lógica de Dios nos pide hacer, ponemos la mirada en los problemas y posibles fracasos que no han aparecido pero que nuestra lógica considera como si ya fueran una realidad.

El secreto para romper el “secuestro” está en las palabras de Pedro: Lo haré… “porque tú me lo pides”.

Esto no quita que lo que en buena lógica vemos que hay que hacer, no tenga su cuota de dificultad, de vergüenza o de inseguridad, porque sabemos que no siempre un consejo, una invitación a algo bueno, una reprensión necesaria… van a ser bien recibidos, pero eso no anula su necesidad, no resta nada al hecho de que haya que hacerlo.

Por esto, no se hacen las cosas sin miedo, sin inseguridad, sin vergüenza incluso, sino a pesar de todo eso. Pedro no tiró las redes porque tenía esperanza, sino a pesar de su desesperanza, a pesar de su convencimiento de que aquello no daría ningún resultado.

Cristo hizo toda su vida la voluntad del Padre, sabiendo incluso que muchas de sus semillas no darían fruto, y su muerte fue, a ojos humanos, el gran fracaso de una vida entregada a la lógica del Padre. Y sin embargo, sólo a través de ese aparente sacrificio inútil, la humanidad fue redimida.

Cuando tengamos claro lo que Dios nos pide hacer, pero nos asalten las dudas, las inseguridades, los miedos, tal vez sea necesario recordar el salmo 118: “Es bueno confiar en el Señor”, es bueno hacer lo que Dios nos pide que hagamos.

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