Por Anette Espinosa
La Habana.- Antonio Silvio Díaz Yera salió de su casa el pasado 31 de mayo a sus labores de costumbre. Iba en su carretón, tirado por un caballo, pero no regresó a su hogar, porque alguien le quitó la vida para robarle el equino, un animal de alta demanda en un lugar donde las personas no tienen con qué moverse y un rocín puede representar el sustento de una familia.
Ningún medio oficialista, ni las ciberclarias -ese ejército de mercenarios de las redes, pagados con pollo y aceite por el gobierno y la seguridad del estado- dijo nada. No por el morbo de la muerte de un hombre, degollado por sus victimarios para robarlo, sino por el hecho de que es lamentable y que se sepa ayuda a que no se repitan situaciones similares. Pero solo hubo silencio.
No es la primera vez que sucede. Para los medios oficialistas, que es como decir gubernamentales -o todos los medios- no existen feminicidios, ni crímenes masivos, como el ocurrido con una familia en Matanzas recientemente. Si dicen algo, lo hacen solo mucho tiempo después, cuando el bulo gana tanta fuerza y aparecen tantas versiones, que consideran ‘necesario’ dar su versión, que no siempre es la más apegada a la verdad.
La víspera, las cuentas afines a la dictadura informaron de la captura de los tres presuntos asesinos de Antonio Silvio Díaz. Primero fue Maximo Romus (el legionario Cubano), un cobarde que se esconde detrás de un perfil falso para atacar a los que critican a la dictadura y, de paso, defenderla y darle bombo a todo lo que hacen los sátrapas de turno.
Romus, que no se cansa de publicar vídeos del Guerrero Cubano y que la emprende contra todo el que vaya contra el régimen, como Amelia Calzadilla, una mujer 10 mil veces más valiente que él -o ella- publicó un post con los nombre de los presuntos asesinos y dijo que ya eran confesos.
«Como resultado de las acciones de la policía cubana ️ resultaron detenidos 3 ciudadanos como presuntos autores del hecho de asesinato del cochero Antonio Silvino Díaz Yera, perpetuado el pasado 21 de mayo de este año, en la zona de Los Caneyes, en la provincia VillaClara», escribió Romus, en medio del estupor de algunos, los que están ajenos al caso, que se preguntan cómo es posible que no dijeran nada por ningún medio y ahora saliera este fantoche a informar.
Pero esas cosas son normales en Cuba. Ocurren casi desde siempre. Los que gobiernan deciden cómo y cuándo se les informa a la población sobre lo que pasa, y si son casos de asesinatos, mejor cuando cojan a los autores.
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Con otros casos se pasan de largo, para no dar la imagen de país violento y que los extranjeros no tengan temor a venir de visita. Y hacen mutis, sobre todo, con los feminicidios, un fenómeno que va tan al galope como el caballo que le robaron a Antonio Silvino o como la inflación.
Sin embargo, hay algo que la dictadura olvida: ya existen las redes sociales y hay medios independientes, opositores, que puede que demoren un poco en informar de lo que ocurre en Cuba, pero siempre terminan llevando la información a la gente.
Eso no lo pueden evitar, por más que bloqueen una página u otra, o corten la internet cuando ocurran cosas que puedan poner riesgo la supuesta tranquilidad de un país que se cae a pedazos.
Nada impedirá jamás que el cubano lo sepa todo. Poco a poco se van descubriendo sus crímenes, su modo de actuar, la vida de lujos de los gobernantes y los Castro, y también esos crímenes que intentan ocultar.
