Por Gretell Lobelle ()
Mantilla.-La sanación personal es un viaje complejo y desafiante, un camino en espiral que nos obliga a enfrentarnos a nuestros propios demonios y a las heridas que nos acompañan.
Mi muro de Facebook es un espacio para compartir, quererse, expresar lamentos, encontrarnos y reconciliarnos. Si a alguien le sirve, mejor. Pretender que mi verdad es la única verdad, desde el ego, sería echar por tierra un tránsito que me ha costado y me sigue costando, algo que se ha vuelto parte importante de mi crecimiento personal.
El camino de la sanación, sobre todo de las heridas de la infancia, es un camino profundamente difícil y desolador. Sí, desolador. Un camino en espiral, donde una y otra vez tienes que pasar por el mismo punto hasta que deja de doler y de afectar, y solo entonces sanas.
Sanar implica dejar de lado los egos y el control. Pero eso es algo que no se entiende fácilmente. El individuo vive en el pasado y en el futuro. Tiene una obsesión y un vicio por aferrarse a aquello que no existe. Solo cuando identificas y vives en el presente, entiendes que estás abrazando todas tus emociones, que estás transitando desde lo positivo tu vida y que estás en el único control que puedes manejar: controlar tus emociones y no que ellas te controlen a ti.
Sanar constituye un proceso absolutamente personal. Todos de alguna manera cargamos con esas heridas, especialmente en sociedades tan patriarcales, dictatoriales y misóginas como la nuestra, con patrones en nuestro árbol familiar que se repiten de generación en generación.
Nadie escapa a ellos. Son fáciles de identificar en comportamientos como la ira, la desidia, la soberbia, el bullying, la discriminación, los hilos y muros de redes sociales, las personas que imponen sus razones, las personas que asumen una supuesta solidaridad y filantropía sobre un manejo de lo mediático desde la necesidad de reconocimiento, poco coherentes en su accionar personal. Detrás de todos estos comportamientos hay una persona muy rota.
Los contextos poco amables, como el sustento, el nivel cultural y las clases sociales, implican tabúes a la hora de buscar e identificar mecanismos de sanación. Pero esto no es una condición indispensable en el proceso. Todo individuo en estado de introspección se encontrará ante sus demonios y tendrá revelaciones desde la supraconciencia de la necesidad de un cambio.
Se transita mucho por el valle de la decepción en un proceso de sanación. Algo que sí he entendido es que el tiempo que nos regalamos para cuidarnos es nuestro valor más preciado. Definitivamente es determinante identificar algún mecanismo de ayuda y sostén: la fe, la filosofía, prácticas de ejercicios, yoga, la asistencia de un profesional o todo a la vez. La búsqueda no limita nada, he estado en todas las que menciono.
El camino de la sanación es un viaje constante, un proceso que exige paciencia, amor propio y la valentía de enfrentarnos a nuestras sombras. Sanar es encontrar el camino. No hay recetas mágicas, solo la voluntad de explorar nuestro interior, de aceptar nuestra historia.
Estoy convencida que en la medida que sanemos, dejemos el dolor del pasado estaremos transitando el verdadero viaje hacia la libertad. Un viaje que comienza en el corazón y que termina en la reconciliación con el propio ser.
Establecer comparaciones en los procesos personales son las trampas del ego. Cada paso que damos para cuidarnos es solo nuestra responsabilidad y nos acerca a la versión más auténtica de nosotros mismos.