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Por Oscar Durán
La Habana.- Miguel Díaz-Canel no puede dormir por la masacre en Palestina. Le está afectando mucho la situación actual en la Franja de Gaza, dijo en un encuentro con jóvenes norteamericanos. Yo tampoco puedo dormir, Díaz-Canel. Y aunque me duele el número de víctimas inocentes de la guerra, mi principal dolor de cabeza es Cuba. Mi país.
Hoy, precisamente, llegó el Oropouche al barrio donde vivo. Aquí no viene el agua hace 12 días y ahora mismo tengo un apagón de ocho horas y contando. Tú no puedes dormir por Palestina, yo no puedo dormir porque mi hijo está empapado de sudor en una cama de colchón de saco y una manada de mosquito atacando su carne fresca.
A ti Palestina te está quitando el sueño, a mí el hambre y la necesidad. Acabaste con nosotros, salvaje; nos partiste las dos piernas y ahora nos mandaste a correr. Dime, ¿cómo vamos a guapear la comida y olvidarnos de la libreta de abastecimiento? Tienes que estar enfermo.
Llevo meses sin dormir por tu culpa. Media Cuba padece de narcolepsia. Cada día en este país el desafío es mayor. Te levantas preocupado y te acuestas más preocupado. Ni te imaginas las peripecias para llevar un plato a la mesa. Y mírate a ti, preocupado por Palestina.
Así sí vale la pena dirigir un país. Preocuparse por el dolor ajeno, y el de tu nación que lo resuelvan como puedan los infelices que no tenemos un puto peso para largarnos de aquí. Eres un sinvergüenza, Canel; pero nosotros somos los culpables por permitirte todo ese descaro. Puertas adentros hablamos de todo, cuando te tenemos delante parecemos una Damisela encantadora.
Si Palestina te quita el sueño, también te tiene que quitar el sueño los 76 mil problemas que ustedes provocaron con sus medidas estúpidas para ordenar la economía cubana. Posiblemente, cuando se acabe la guerra, sean los palestinos los que no puedan dormir pensando en el pueblo cubano.
No hables más sandeces en televisión. Déjale los memes a Humberto y su tropita. Sigue en lo tuyo, de municipio en municipio tirando las tallas de soberanía alimentaria y tus acostumbradas guanajeras.
O mira, mejor aún, Estados Unidos dijo que no asesinó a Landy y Assael, los médicos cubanos que tú mismo mataste al mandar a Esteban Lazo a buscar noticias de ellos. Que eso sí te quite el sueño, porque de estar vivos esos muchachos, deberías pagar los millones por el rescate sin pensarlo dos veces.
Deja a Palestina a un lado y céntrate en esta oscuridad llamada Cuba. Al final, los palestinos saldrán de la guerra en cualquier momento, mientras tú seguirás matando a un pueblo entero de hambre e insalubridad.
Palestina ni Palestina. Déjate de descaro, anda