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LA NOSTALGIA, DE ENFERMEDAD A TERAPIA DEL ALMA

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Tomado de MUY Interesante

Madrid.- La “Odisea”, el poema homérico, narra el tortuoso viaje de regreso de Ulises a Ítaca tras finalizar la Guerra de Troya. Un largo viaje que se prolongó durante diez años, en los cuales el héroe se enfrentó a una serie de desafíos para poner a prueba su valor, su astucia y su resistencia.

Uno de los temas fundamentales del relato de Homero es la nostalgia, el anhelo profundo por el hogar y la familia. Ulises añora su tierra natal, estar con su esposa Penélope y con su hijo Telémaco. Una nostalgia que le impulsa a seguir adelante, a superar todos los obstáculos y peligros que se interponen en su camino de regreso al hogar.

En la literatura griega el término nostos se empleaba para referirse a un género de poesía que relacionaba las travesías marinas con la presencia de naufragios, tormentas y héroes que sobrevivían a la tragedia.

Etimológicamente el término nostalgia procede de nostos, regreso a casa, y algia, dolor. Dolor y regreso –algos y nostos– dos vocablos que están emparentados y que nos invitan a adentrarnos en distintos desvíos semánticos, desde el dolor que regresa hasta el regreso del dolor… o al dolor que surge por no poder volver al lugar en donde habitábamos.

El caballo de Troya. Obra de Giovanni Domenico Tiepolo.

El caballo de Troya. Obra de Giovanni Domenico Tiepolo.Wikimedia

La nostalgia la inventó un médico

Sin lugar a dudas la nostalgia es una emoción compleja, en la que encontramos diferentes significados e interpretaciones: fuente de dolor y tristeza, pero al mismo tiempo un germen de consuelo y fortaleza. El Diccionario de la Lengua española la define como la pena de verse ausente de la patria o de los amigos, una tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.

El parto de esta palabra se produjo en el siglo XVII cuando Johannes Hofer, un joven aspirante a médico de apenas diecinueve años, presentó una tesis doctoral titulada “Dissertatio medica de nostalgia oder Heimweh” en la Facultad de medicina de la Universidad de Basilea (Suiza). Fue el primer trabajo en el que apareció negro sobre blanco la palabra “nostalgia”.

Hofer acuñó el vocablo para referirse a la añoranza específica que sufrían los soldados destacados en tierras extranjeras. Se trataba de una enfermedad (morbus) muy próxima a la melancolía, hasta el punto de que señaló que en la nostalgia había una mezcla de “delirios melancólicos”. Entre los síntomas físicos y psíquicos que presentaban los soldados destacó las taquicardias, los ataques de llanto, el insomnio y el miedo.

La nostalgia

Batalla de Auterlitz (François Gérard, 1806). Créditos: Wikipedia

En el siglo XVIII el poeta escocés William Falconer asoció la nostalgia con la calidad de un país. Sostenía que era propia de los suizos, ya que el país helvético gozaba de un gobierno “moderado, libre y feliz”, condiciones que eran necesarias para poder añorar la patria.

A partir de la Revolución Francesa y, más adelante, en el contexto de las guerras napoleónicas, la nostalgia ganó un enorme protagonismo, especialmente en el contexto de los soldados franceses destinados en Rusia y España.

En el manual de la Marina española del siglo XIX se describía la nostalgia como una enfermedad “devoradora” capaz de provocar la muerte en las personas que la padecían.

En la década de los setenta del siglo pasado se produjo un punto de inflexión cuando el sociólogo estadounidense Fred Davis publicó el libro “Yearning for yesterday: a sociology of nostalgia”, en donde desarrolló el lado positivo de la nostalgia, considerando que es un anhelo sobre algo (personas, lugares o situaciones) que nos hizo feliz en el pasado.

Nostalgia como medicina

En las últimas décadas hemos asistido a un cambio de paradigma, algunos estudios han demostrado que la nostalgia puede tener efectos positivos sobre la salud mental: se ha observado que reduce la soledad, la ansiedad y el estrés, al tiempo que aumenta la resiliencia, el sentimiento de pertenencia y la autoestima.

La nostalgia

La nostalgia, la emoción que pasó de ser enfermedad a terapia del alma. Foto: Istock

Es en ese punto cuando la nostalgia adquiere una nueva connotación y podría ser definida como un puente entre el pasado que evocamos, el presente que somos y el futuro que aspiramos a construir. Y es que, de alguna forma, la nostalgia nos ayuda a recordar y valorar nuestras experiencias pasadas, lo cual fortalece nuestra identidad presente y el sentido de propósito. Pero de alguna forma también nos brinda el consuelo y el apoyo que necesitamos cuando nos enfrentamos a los desafíos que están por venir.

La nostalgia, por tanto, no debe ser entendida como una enfermedad propiamente dicha, sino una emoción beneficiosa que nos ayuda a conectar con nuestro pasado y brindarnos el consuelo necesario para robustecer nuestra identidad.

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