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LAS MENTIRAS TRAS LAS MUERTES DE ASSEL Y LANDY

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Por Jorge Sotero
La Habana.- Hace muchas horas -días ya- Al-Sabaad informó de la muerte de los dos médicos cubanos que la milicia terrorista tenía secuestrados. La publicación del grupo en Telegram incluyó fotos de los galenos muertos, o al menos de uno de ellos. Los hechos ocurrieron en la noche del jueves, pero todo explotó unas horas después.
Decenas de medios de prensa de todo el mundo se hicieron eco de la noticia. Para esos medios, el comunicado hecho público en Telegram es una comunicación oficial. Lo es para todos, menos para el gobierno cubano, que declaró el sábado que se trataba de rumores sin confirmar, enarbolados por medios independientes. La primera gran mentira.
Los medios independientes enfocados en el tema Cuba solo se hicieron eco de lo que dijeron otros periódicos, entre ellos los somalíes, los primeros que hablaron del tema. Sin embargo, Cuba, que tiene relaciones diplomáticas con Somalia desde hace unos meses, aún no tiene la certeza de la muerte de Assel Herrera y Landy Rodríguez.
¿Cómo es que dicen que estaban en negociaciones para liberarlos desde hace mucho tiempo y no tengan la certeza de que están muertos o vivos? ¿Con quién negoció durante estos casi cinco años el gobierno cubano para liberar a los dos rehenes? Las evidencias de que no hicieron nada en este tiempo son fáciles de encontrar.
Al-Shabaab tenía a los dos médicos a su servicio y quería un millón y medio de dólares como condición para dejarlos libres. ¿Por qué no se pagó esa suma, si los contingentes médicos en el exterior generan al país más de tres mil millones de dólares al año? ¿Por qué le preocupa tan poco al régimen cubano la vida de de sus hombres y mujeres?
El bombardeo a la base de Al-Shabaab lo realizaron drones estadounidenses y desde el primer momento en que la Cancillería cubana aclaró que no era oficial, los perros al servicio de la dictadura encontraron a un culpable: Washington. Era lo más fácil, la misma historia, la muela de siempre de culpar de todo al imperialismo.
Los dos galenos murieron por el bombardeo del Pentágono, pero el culpable es el gobierno cubano, que no pagó su rescate, a pesar de que Assel y Landy estuvieron casi cinco años cautivos de la milicia terrorista.
Es mentira que hayan negociado. Nunca se tomaron el trabajo de intentar su liberación, porque si le hubieran dedicado a ellos una centésima parte de los esfuerzos que hicieron para liberar a Elián González o a los cinco espías, lo hubieran logrado en semanas, porque en este caso era solo dinero.
Y dinero gastaron todo el que tenían y más con lo de Elián. Por ejemplo, al bufete del abogado Gregory Craig, el mismo que defendió al expresidente Bill Clinton cuando el caso de Mónica Lewinski y considerado el más famosos de Estados Unidos, le pagaron cinco millones de dólares. Todo eso sin contar los gastos extras, en viajes, publicaciones en medios de prensa de Estados Unidos, en movilizaciones constantes en Cuba.
Nadie puede calcular la plata que se gastó en las aquellas tribunas abiertas para reclamar la libertad de los espías, en los abogados, en los viajes de sus familiares por el mundo. Y resulta que no había un millón y medio de dólares para pagar por el rescate de dos médicos que el gobierno envió a Kenia por un salario ridículo a jugarse la vida.
Muy pocas familias en Cuba no han tenido a alguien en el exterior en misiones médicas. Saben lo que pasan los hijos, los padres, cuando alguien se va en esas condiciones, solo por volver a casa con un refrigerador, una lavadora y tal vez un poco de dinero. Todo para que el gobierno venda la imagen de altruismo que los haría quedar ante el mundo casi como salvadores de los pobres. Otra mentira más.
El caso de los médicos muertos en África los va a dejar descolocados, si es que ya no lo están. Y lo que debería hacer cada trabajador cubano en el exterior es pedir su regreso inmediato, porque eso que le sucedió a los dos doctores le puede pasar a cualquier otro. Que regresen todos los que están fuera y que no salga ninguno más, porque la vida de ellos tienen valor, aunque para los gobernantes sean solo números.
Por otra parte, hay que apuntar los nombres de Assel y Landy en la lista de los cubanos por los cuales hay que pagar. Alguien tiene que pagar por ellos. Alguien tiene que sentarse ante un tribunal digno y responder por dos vidas que abandonaron a su suerte en manos de terroristas.

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