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Por Luis Alberto Ramirez ()
Miami.- El medio digital El Toque se ha convertido en el más reciente punto de obsesión de la Seguridad del Estado cubano. Esta vez, el aparato de propaganda oficial, encabezado por el siempre servicial y deformador programa Razones de Cuba, ha decidido que todos los periodistas y colaboradores de ese medio independiente podrían ser extraditados y encarcelados si caen en manos de las autoridades del régimen.
El miércoles, la maquinaria mediática de La Habana anunció un supuesto “avance” en la investigación penal contra El Toque, al que ahora acusa de librar una “guerra cognitiva” y servir a “agendas externas” dedicadas a “subvertir el orden constitucional”. Un discurso que ya suena más gastado que las mismas instituciones que lo repiten.
Varios medios oficiales, incluida la Agencia Cubana de Noticias (ACN), replicaron la información, citando a fuentes entrevistadas por el conocido programa de propaganda. Según ese relato, 18 directivos y otros colaboradores, todos fuera del país, serían responsables de presuntos delitos de terrorismo digital. Sí, en Cuba ahora todo es terrorismo: si te tiras un pedo en la calle sin permiso del Gobierno, te acusan de terrorista ambiental.
Lo que realmente molesta al régimen es que El Toque cumple funciones que el Estado abandonó hace décadas: informar, analizar y distribuir datos verificables sobre una realidad económica que la cúpula gobernante niega o maquilla. Esa coherencia periodística es un estorbo para quienes viven de distribuir mentiras como si fueran políticas públicas.
Incapaces de explicar el derrumbe económico del país, los dirigentes han preferido inventar un chivo expiatorio. Y en esta ocasión, la culpa de todo, hasta del precio del dólar, recae sobre El Toque. La tesis oficialista es que el medio influye mágicamente en el comportamiento del mercado informal. Pero especialistas cercanos al propio Gobierno han calificado esta teoría de absurda. Aunque eso nunca ha sido un problema para la dictadura cubana, que lleva décadas utilizando el absurdo como método de gobierno.
Las autoridades ya han advertido que los comunicadores vinculados al medio podrían ser extraditados si viajan a terceros países, o encarcelados si deciden regresar a Cuba. “¡Hui, qué miedo!”, como diría cualquiera que haya visto al régimen amenazar a todo el que no baja la cabeza.
Además, funcionarios del Ministerio del Interior han añadido nuevas etiquetas a la lista de supuestos delitos: “sabotaje económico”, “tráfico de divisas” y “evasión fiscal”. Sin pruebas, sin argumentos, sin evidencias. Simplemente lo declaran y pa’l carajo.
Porque así funciona la maquinaria represiva: quien informa lo que ellos quieren esconder es un enemigo; quien piensa, molesta; quien cuestiona, es un terrorista en potencia y a quien vive fuera de su órbita represiva es un asalariado del imperialismo.