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Por Ulises Toirac ()
Querida Yemayá:
Decirte quiero, pa empezar, que mi color favorito es el azul. Sin guataquería. Es y ya. Así que por ese lao estaría mirándote infinito, me gustas… Es decir, me gustan tus colores.
Ya sé que hoy no es tu día, pero si vamos a esperar el día, no sería honesto. Sobre todo si espero ese día pa pedirte.
Me disculpas el paralelo pero la gente piensa que los santos son capos sicilianos. Me explico: aprendí en El Padrino que cuando se casa la hija de un siciliano, no le puede negar nada a nadie.. De ahí la escena famosa ¿recuerdas?
La gente suele acordarse de los Santos cuando viene la fecha, como si además el Santo estuviera en la obligación… Yo te imagino destimbalá de la risa en tu fecha: «¡¡¡Mira qué cabrón vino a pedirme!!! Jajajaja… ¡Con lo hijueperra que es!… Jajajajaj… Ven corazoncito, que te voy a dar un quierito tan rico que vas a conocer a Alfonsina, güevón».
Te entiendo. Muy pocos te adoran, más bien te tienen de palanca, de plan Z cuando todo falla. No es que yo sea siquiera religioso pero me gusta tu imagen majestuosa, y tu impetuosidad. Obvio le tengo miedo a tu carácter, he estado en tu reino en plena bronca tuya y es atemorizante. Un manotazo se puede llevar un pueblo entero. Pero igual no hay espectáculo más tranquilizador y relajante. Esa sensación de infinito en el ser poético aunque en el ser científico sepamos que no.
Y entregarse a ti, cuando lo aceptas mansa, es una de las sensaciones más inolvidables. La alegre levedad del ser. La quietud muda. El mundo vecino del que sabemos tan poco. Y me gusta tanto levitar en ese techo de tus dominios y fantasear. Arañar apenas el tejado sumergiéndome a pulmón y olvidando cuánto me falta y cuanto me queda. Y sabes que te pienso. O no es que te pienso, converso. Y te escucho en esas inquietas luminosidades delgadas que se interconectan y en el pez que pasa de repente escurridizo, fugaz.
Y debes saber lo otro que no abandona mi mente ni en ese momento en que la superoxigenación me descoloca como si fuera droga, sí. Y no te pido porque de ellos depende, lo sé. Pero es tu pueblo. Así, olvidadizo y quebrado. Interesado e inmóvil. Todos lo han abandonado, hasta su propio orgullo les dio la espalda. Protégelos. Hasta donde te sea posible.