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Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- Está clara la manía de grandeza de Trump, su grandilocuencia y su impulsividad: nadie sabe con certeza qué puede decir o hacer en los próximos cinco minutos. Sin embargo, está decidido a frenar una guerra que ya se acerca al millón de muertos por ambos bandos, una guerra de la que tanto Zelenski como Europa se han vuelto entusiastas, sin importar las víctimas ni la economía europea, debilitada por negarse a comprar combustible barato de Rusia.
Europa —con Francia, Alemania y como gran animador Inglaterra— ha puesto hasta el último céntimo para que Ucrania pueda pagar sus pensiones y sostener el esfuerzo bélico contra Rusia. Pero esa ilusión se desvanece frente a la realidad: en la última semana Rusia tomó la ciudad de Kupiansk y 16 poblaciones menores, mientras Piervomaisk está completamente rodeada y se espera su caída en breve.
Aun así, Europa insiste en que Rusia perderá la guerra. No quieren ver lo obvio: por voluntad propia se salieron de las grandes ligas, alentando una contienda que no pueden ganar.
Ante este panorama, Trump presentó su plan de paz, rechazado de inmediato por Zelenski y por Europa, al considerarlo una capitulación para Ucrania. Pero ¿qué pueden exigir hoy Ucrania y Europa cuando las tropas rusas avanzan sin freno? Trump apuesta al “caballo ganador”, mientras Europa apostó al perdedor.
Se dice que Ucrania y Europa preparan su propia contrapropuesta, pero mientras siguen perdiendo tiempo, las tropas rusas continúan ganando terreno. Zelenski, en su último discurso, advirtió de una semana turbulenta y reafirmó que Ucrania jamás se rendirá.
Las grandes ligas de Trump son China y Rusia. Europa, simplemente, no juega en esa liga.