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SIN SOLEDAD

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Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- No he estado solo ni un minuto de mi vida: A mi lado están siempre cuidándome Jesucristo y mis padres Esteban y Ana María. Y también cuento con dos hijas y tres nietos siempre dispuestos a hacerme feliz.
No existe soledad cuando en mi cerebro. Llevo grabado los 17 años en que viví en Güines. Desde un solar yermo en el Residencial Mayabeque, hasta el alpiste que les daba a mis 17 pajaritos que un día solté.
Me escoltan los recuerdos de un colibrí y la única jutía que de lejos observé. Tengo conmigo los 10 años junto a mi perra “Yeti” y mi imaginario caballo “Lucerito”. Muy cerca de mí siempre están los momentos pasados en la finca el Mamey, de un pariente de mi madre; me acompañan el arado y una yunta de bueyes que allí vi.
Traigo constantemente a mi vera el día de la entrada al Colegio Americano, el primer programa de televisión llamado La Familia Pilón. Constantemente en mi subconsciente veo el “Casino de la Alegría” y “Jueves de Partagás”. Siempre tengo en mi corazón la mujer que un día con un lápiz dibujé y después encontré.
Mentalmente nado en el Mayabeque y me baño en las cristalinas aguas de Varadero.
No siento soledad porque -sin necesidad de escuchar un disco- me acompañan las voces de Benny Moré cantando “¡Castellano qué bueno baila usted!” Y la inolvidable Celia gritando “¡Azúcar!”
Siento constantemente el trotar de “Ligero”, el caballo de Leonardo Moncada y “Tres Patines” diciéndome al oído: “¡Cosa más gran la vida, muchacho!”
Jamás me abandonan miles de dicharachos cubanos, historias, cuentos, anécdotas, y las lágrimas de unos padres y un hermano despidiéndome y llorando.
Muy cerca de mí siempre está el general Calixto García con su estrella en la frente.
Me custodian un pueblo, un escudo, una bandera, un himno, la veneración por los mambises, y mi dolor por los mártires caídos gritando “Viva Cristo Rey”…
Traigo conmigo perennemente los recuerdos de 15 Navidades felices, los Tres Reyes Magos, los tres hermanos Villalobos, y los tríos de Servando Díaz y los Matamoros.
Acarreo conmigo los acordes de “Vida Consentida” cantada por Lino Borges y “Envidia” de Vicentico Valdés”.
Pero no todos son buenos los recuerdos que me acompañan y no olvido el dolor causado al escuchar a cubanos gritando “Paredón” y letreros sumisos en las puertas -diseminados por el territorio nacional- de “Esta es tu casa, Fidel”.
Porque muy dentro de mi ser también llevo incrustado el odio eterno contra un régimen despótico que me obligó a convertirme en extranjero y en güinero ausente. Y eso me lleva a no claudicar jamás.

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