Por Jorge Menéndez ()

Cabrils.- Ayer veía el juicio a los generales Arnaldo Ochoa y José Abrantes, uno fusilado y el otro «muerto en la cárcel». Me llamaron poderosamente la atención los fiscales, desde luego muy bien escogidos para la ocasión.

Aquello parecía una obra de teatro con subidas y bajadas de volumen para «hacer reflexionar» a los acusados con argumentos tales como ‘traicionaste a la Revolución’, ‘traicionaste al pueblo’ y ‘traicionaste al comandante en jefe’. ¡Menudos argumentos!
Al cabo de 65 años seguimos secuestrados por esa revolución de la miseria y por los mismos dirigentes. Esa es nuestra realidad.

Decía hace muy poco un filósofo español que la crítica social en Europa, como parte de la democracia, estaba fallando y que por eso lo malo estaba triunfando sobre lo bueno y había guerras.

Hacía mención a los políticos europeos, que no escuchan. ¿Y cómo se puede extrapolar esto a la situación de Cuba, donde la población lleva 65 años secuestrada con argumentos revolucionarios y miserables?

Con un presidente que se vanagloria de no vivir de espaldas a su pueblo y también dice que en el capitalismo tiene luz quien se la puede pagar, como si la poca que nos dan fuera gratis.

La crítica social en Cuba se paga con cárcel. Eso se sabe. La democracia no existe.
Fidel dio la orden de fusilar a Ochoa y todos los borregos votaron a favor. Y Cuba es hoy una miseria de mentes subyugadas por un sistema que de social tiene poco y en el que nada funciona y todo se justifica buscando enemigos externos para librarse de culpas.

Lo cotidiano es resistir, malvivir y buscar al enemigo, lo que no entiende el gobierno de corruptos es que uno resiste hasta un punto, más allá del cual todo se cae. Parece ser que estamos más cerca.