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¡RECORDANDO A BLANQUITA !

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Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- De niñitos la inicial y única atracción por el sexo opuesto eran las caras bonitas.
No conocíamos nada más. Solo la lindura definía nuestro modo de verlas y gustarnos. No sabíamos nada de física ni de química.
Creo que fue a los 12 años cuando por primera vez, viendo la televisión, escuché a mi padre decir: “¡Ñooo que estupenda está esa mujer!”
Sorpresivamente mi papá ignoró por completo lo bella que era la genial vedette, y solo hizo alusión y lanzó muchos elogios de “lo curvilínea y hermosa que estaba Blanquita Amaro”.
Mi papá se extasiaba viéndola y detallándola y yo -poco a poco- fui entendiendo que además de rostros bellos las mujeres tenían otros atractivos físicos.
Me reí y le dije al viejo: “Cálmate que se lo digo a mami”. Él también lanzó una carcajada porque sabía que yo no lo iba a echar pa’lante.
De ahí en lo adelante los jóvenes pasamos lentamente descubriendo que existen otros atributos y cualidades que nos atraen en una mujer: Su inteligencia, su personalidad, su carácter, su voz, su simpatía, la forma en que ríe de nuestros chistes y hasta su maternal ternura.
Desde luego, dicen que cuando el sacerdote de la Parroquia San Julián De Los Güines le hizo la “extremaunción” le preguntó a mi padre: “Esteban ¿un último deseo?” Papi le guiñó un ojo y le pidió: “Sí, Padre, tráigame a Blanquita Amaro”…
Mami dijo: “¡ Ay, Esteban, Genio y figura hasta la sepultura!”

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