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Por Jorge Sotero
La Habana.- Ramiro Valdés fue a Las Tunas hace dos meses a venderle a los habitantes de aquella provincia que los problemas de vivienda en la región era culpa de ellos, por incumplir indicaciones gubernamentales, por no aprovechar lo materiales locales y por permitir que algunos construyan casas sobredimensionadas. Es difícil poder digerir estas cosas, sobre todo si vienen de un millonario como el llamado comandante de la revolución.
La nota de prensa me la encontré por casualidad, en un vídeo de Manuel Milanés, pero es tan actual y tan descaradamente cínica, que mantiene su actualidad, tanto como si hubiera sido publicada hace unos minutos.
Uno de los carniceros de La Cabaña y segundo del asesino mayor, el Che Guevara, según el reporte de prensa, arremetió contra las autoridades tuneras por incumplir las orientaciones del Hombre de la Limonada en cuanto a la construcción de viviendas.
Según la nota, «se incumple con el presidente cubano, Miguel Díaz Canel, de terminar una vivienda por municipio diariamente, con todo lo que supone el incumplimiento de una directiva gubernamental», como si en la isla fuera penado pasar sobre lo que dice un hombre al que nadie respeta, y nadie toma en serio.
También «precisó la necesidad de acometer las construcciones con recursos de producción local, con ladrillos y sin acero», sin que nadie le preguntara cómo se puede construir sin acero, y sin ladrillos, porque él vice primer ministro no sabe que para hacer los ladrillos hace falta combustible, o por lo menos madera para hornearlos. ¿O es que acaso pretende que los tuneros vuelvan a la tabla de palma, el techo de guano y los pisos de tierra?
Mientras, haciendo gala de su habitual mal humor, se molestó porque «las viviendas que se terminan tienen muy mala calidad, lo cual es una falta de respeto a la población, por lo que es necesario fiscalizar y pedir cuenta por cada obra, tomando como base que es en el municipio donde se logra esa calidad».
Esas frases dejan perplejo a cualquiera. Quiere calidad sin cemento, sin acero, sin sanitarios, pilas, tubos, pisos, cables, lámparas… una locura total, de parte de alguien que vive en una de las cuatro mejores mansiones de Cuba, en una casona que heredó de algún rico del tiempo de Batista, con excedente de habitaciones, piscina, atracaderos para sus yates, garajes de sobra y una guarnición para que lo cuide.
Valdés Menéndez, que ya cumplió 91 años y que está para cuidar de los perros en su casa, en lugar de querer influir en la vida de los cubanos e intentar mantenerlos sometidos, «criticó la falta de calidad de los materiales locales que se fabrican en el entorno municipal», y «llamó a hacer microbrigadas sociales para llevar adelante la edificación de inmuebles y materializar los planes en los consejos populares y en los barrios».
Así como lo leen: microbrigadas otra vez. De nuevo aquellos engendros de los años 70 u 80, que unían a un grupo de trabajadores inexpertos en la construcción para levantar círculos infantiles, casas y hasta edificios multifamiliares. A este hombre la senilidad lo está matando ya. Es hora de pararlo.
Lo más importante, sin embargo, estaba por venir: el nonagenario vice primer ministro «llamó la atención sobre la falta de recursos como el cemento y el acero» y dijo que «sin embargo todavía se observa la construcción de casas sobredimensionadas y se preguntó el por qué esos recursos no se utilizan para hacer las células básicas habitacionales para la gente de menos recursos, porque todo el que hace una casa de grandes proporciones es porque tiene dinero y eso no puede ser la prioridad».
Esas palabras las dijo un hombre que es dueño de varias propiedades, que se da una vida de multimillonario, que está por encima de la ley -él y su familia- y que jamás se ha preocupado por lo que piensen sus vecinos de sus ostentaciones, que no son pocas.
Acá les dejo el reporte de prensa y algunas fotos de la mansión de Ramiro Valdés, que no es el único dirigente cubano que tiene una super casa. Es solo uno más entre los dirigentes de doble y triple moral de uno de los gobiernos más corruptos que conoce la historia.