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Por Irán Capote ()
Pinar del Río.- La dirección de Salud Pública en Santiago de Cuba ha publicado sobre la muerte de un menor de edad, tras haber ingerido Para-ce-ta-mol comprado de manera ilegal. Les voy a dejar el enlace de la publicación en los comentarios.
En dicha nota, lamentan el hecho y dicen que las autoridades policiales están investigando a profundidad los detalles del caso. Pareciera una sorpresa para el Ministerio de Salud cubano el hecho de que la gente se vea forzada a comprar los medicamentos en bolsa negra a precios loquísimos que nada tienen que ver con el salario mísero del cubano. Pareciera una sorpresa para ellos… ¡Qué inocencia!
Esta semana he tenido que comprar medicamentos para los tratamientos de mis abuelos de esa manera. Más allá de mi asombro de que un solo blíster de medicamentos oscila entre los 400- 500 pesos en adelante, mi gran miedo era que me vendieran un medicamento que no fuera realmente el que yo buscaba. O que estuviera vencido.
Soy quisquilloso y paranoico con eso. Pero si no los compraba, la salud de mis abuelos sin sus tratamientos permanentes podría seguir afectándose. Así que, a ojos cerrados y bolsillos abiertos , compré y recé porque no hubiera que lamentar después un mal mayor.
Y en todo ese proceso no dejaba de pensar en varias cosas:
Primero: Nunca ningún cubano pos Revolución pensó en pagar las medicinas en bolsa negra y mucho menos a precios disparatados a los que la gran mayoría no puede acceder.
Segundo: Comprar medicamentos a desconocidos porque no queda otro remedio.
Tercero: ¿A dónde fueron a parar aquellos millones de dólares que el Festival del Habanos donó pomposamente al Ministerio de Salud Pública durante la escandalosa fiesta en el Capitolio?
¿Dónde están esos millones que ni en hospitales ni en la fabricación de medicamentos hemos visto?
¿Quién ha tenido la culpa de la muerte de este niño?
El vendedor, claro está. Pero ¿Por qué vende medicamentos importados el vendedor en mercado negro??? ¿Quién puso al vendedor de medicamentos ahí?
No lo sé, Rick… saquen ahí sus propias conclusiones