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Nueve meses después de Ian, los damnificados esperan una solución

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Por Anette Espinosa

La Habana.- El 70 por ciento de los damnificados por el huracán Ian aún siguen sin encontrar solución a la situación en sus viviendas, nueve meses exactos después, según trascendió en una reunión de gobernadores que presidió el primer ministro Manuel Marrero, a la cual se refirió Granma como quien no quiere las cosas.

El rotativo habla de encontrar soluciones entre todos, en una nueva campaña que intenta dejar la responsabilidad de la reparación -o construcción- de las viviendas en las autoridades municipales o en los propios damnificados, sin crearles las condiciones mínimas elementales para poder hacerlo, porque allá, en las zonas afectadas, no hay fábricas de nada de lo que se necesita para levantar una casa: cemento, acero, bloques o ladrillos, sanitarios, tejas…

Cuba, en su condición de país atípico, donde todo lo controla el régimen dictatorial, no cuenta con tiendas especializadas, donde las personas -con dinero, por supuesto, pueden ir y comprar todo lo necesario para levantar una casa. No, en Cuba hay que esperar que el gobierno decida cuándo, cómo y dónde pone materiales en algún lugar, que luego entrega, previo pago de sumas escandalosas, a las personas que sus dirigentes entienden.

Una buena parte de la cantidad destinada a los afectados suele perderse e ir al mercado negro, con el beneplácito de los mismos dirigentes, cuyos bolsillos reciben una buena parte del monto, porque son ellos quienes facilitan esas acciones.

Ahora Marrero le pide a los gobernadores, en la primera reunión con ellos tras su elección o reelección, que busquen solución allí, por donde pasó el meteoro -Pinar del Río- o donde las lluvias de hace dos semanas hicieron enormes estragos, pero el primer ministro no dice de donde sacarán los gobernadores los materiales mencionados anteriormente, ni los colchones o los electrodomésticos que la población reclama.

Pero nosotros sabemos que en estas reuniones con Marrero se habla mucho y se resuelve poco. Se enuncian una y otra vez los problemas, pero no aparecen las soluciones, a pesar de que Granma dice que “en un profundo análisis, que no dejó brechas para expresiones autocomplacientes, el Jefe de Gobierno insistió en ‘trazar una estrategia diferente para acelerar la recuperación, que no va al ritmo que demanda la población’, y en el papel que deben desempeñar ‘los gobiernos locales y, sobre todo, los municipios’, en un tema que urge de sensibilidad y constancia”.

También insistió Marrero en “que nos detengan los recursos materiales, pero no el esfuerzo, la convocatoria a las personas, la manera de enfrentar esto de una forma diferente. No podemos dejarlo a la espontaneidad; hay que controlar, hay que conducir este proceso y la búsqueda de soluciones hasta que terminemos”.

Juro que no quiero decir lo que pienso, pero me parece que este señor, cuya barriga apenas le permite caminar, está enfermo o ha perdido el raciocinio, porque es imposible pensar que a un ser humano con un mínimo de inteligencia se le pueden ocurrir cosas así. O es que el primer ministro quiere que los cubanos, violando también las leyes forestales, construyan sus casas con horcones de marabú, tabla de palma, guano de palma cana como techo, piso de tierra y letrinas rústicas, como esas que aún abundan en muchos lugares de Cuba, incluidas cabeceras municipales.

Es de locos, como lo es también pedirles a los municipios que cosechen huevos, papa, plátanos, arroz, si quieren venderle a la población, porque el gobierno central no lo hará.

Los gobiernos del mundo no producen nada, pero tienen la obligación de facilitarle los productos básicos a la población, o al menos los medios para producirlos, pero el de Cuba solo trabaja en reuniones, donde todos hablan de cosas que no tienen ni pies ni cabeza, y que olvidan unos minutos después, cuando abandonan el recinto donde estuvieron reunidos, y se dedican a darse la buena vida de siempre.

En la reunión de Marrero con los gobernadores se abordó también el tema del verano, como si los cubanos tuvieran preocupación por fiestas y playas, en medio de una crisis económica sin par en el país, incluso en toda la región latinoamericana. Aunque para dar idea de normalidad, es necesario carnavales, ferias, en las que nadie compra ni vende nada, o festivales en la playa o cualquiera sabe dónde.

Cuba es un país fallido, sin soluciones para ninguno de los problemas que afectan a su población, cada vez más empobrecida y abandonada por un gobierno inoperante que ha provocado la ruina total de una isla que otrora tuvo una economía próspera.

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