La Habana.- Desentenderse de responsabilidad por el funcionamiento del mercado cambiario informal en Cuba con el argumento de que “no diseñamos ese mercado” funciona como una hoja de parra para encubrir el mal diseño del “ordenamiento” que hizo necesario ese mercado informal.
El Estado cubano no diseñó el mercado cambiario informal, pero hizo algo peor: en 2020 diseñó un defectuoso mercado cambiario oficial con tasa de cambio sobrevaluada, régimen cambiario fijo y una descentralización quimérica de asignación de divisas.
El hecho de que no parezca existir autocrítica respecto a la decisión que en 2020 condujo al disfuncional mercado de cambio oficial, se refleja ahora en un intento de “pase de cuenta” al sector privado nacional por buscar soluciones que no ha generado el mercado cambiario oficial.
Para una política económica que proclama igualdad de condiciones entre actores, resulta curioso que en 2020 se planteaba que las empresas estatales “tenían que salir a buscar” divisas, pero que en 2023 considera que el sector privado nacional debería abstenerse de buscar divisas
La noción de que el mercado informal actual no forma parte del “sistema financiero nacional” es un obstáculo para avanzar hacia un mercado formal de cambio funcional. Es primitiva la idea de que un mercado de cambio es una “aspiradora” de divisas para la empresa estatal.