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LAS ACEITUNAS Y LAS SUCESIONES

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Por Renay Chinea ()
Barcelona.- Salgo de casa bajo un otoño intempestivo. El cielo es gris, y las nubes bajas esconden las colinas verdes que yo se que están al otro lado, bajo un manto de neblina ensoñadora. Y por supuesto, siguen verdes.
El Ginko Biloba que hay en el parque comienza a enmohecerse. El aire al fin fresco me afeita la cara, y se asoman dos lágrimas alegres y no tristes. Me suelto la bufanda. El barbero me saluda en Marroquí: Salam Alekun… y bromea con que yo también soy moro.
A Lucas le hace gracia la calvicie que me asedia silenciosa. Cae, afuera, una llovizna fina… y las puntillas plateadas de mis pelos como si fueran una cortina vislumbrante. ¡Qué armónico el sonar de las tijeras! Tienen el canto de un pajarillo que revolotea en tu cabeza.
Pago con propina y me despido. Entro al bar y me pido una cerveza. Cae el oro petillante sobre el fondo de la copa. Libre al fin. La chica, tez cobriza, me sonríe y sirve además ocho aceitunas.
✓ Cerveza y aceitunas: los españoles compran pensando en el aperitivoMe saluda el viejo que instala los fogones en el pueblo. El comercial que vende no recuerdo qué marca de patatas. Pago y sigo. Me llegan por Whatsapp los resultados de un análisis. ¡Me asedian los malditos triglicéridos..!
Una llave fría que cargo en el bolsillo abre dócilmente la puerta de mi casa. Me obedece. La gata duerme panzarriba como si no existiera un mañana. Hay un olor agradable a especias.
Ninguna de estas cosas que les cuento es memorable. Pero su sucesión, son un pedazo de auténtica maravilla. Nadie sabe el valor de los instantes en que no sucede nada.

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