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Por Tania Tasé ()
Un machango cobarde y rastrero, amiguín de Gabrielita ha golpeado a Avana de la Torre.
Mientras, andan hombres y mujeres de la oposición «preocupados «, porque se ha ofendido en voz alta a una REPRESORA.
Para mí, Gabriela no es mujer, ni persona, ni siquiera un ser vivo.
Es un engendro deforme y putrefacto.
Es la tonfa del policía que rompe el cráneo de mis hermanos, es la bestia que manda a tu niñ@ a morir en casa porque no hay medicinas.
Es el hotel infame que se levanta orgulloso, altivo, insultante; ante las tumbas colectivas de los muertos de la pandemia. Ante las tumbas de los enfermos desahuciados ahora mismo.
Es el monstruo que le roba la esperanza a una anciana moribunda de ver a su hijo preso injustamente, aunque sea por unos minutos antes de morir.
Es la garra que con un simple clic, dejará a millones de cubanos sin electricidad por más de veinte horas.
Es el zarpazo que ha hundido embarcaciones rústicas de decenas de miles de mis hermanos en el estrecho de la Florida durante más de seis décadas.
Es la firma en una orden para que muchos cubanos no podamos volver a nuestra tierra, es el email que llega a una aereolínea extranjera para que no nos permitan siquiera abordar el avión de vuelta a casa.
Es la mano que golpea a un preso hasta matarlo.
Es la patrulla dónde golpearon a un menor de edad justo la víspera del día de las madres.
Es la toga de un juez que de un plumazo condena a una persona inocente a estar encerrada muchos años.
Es la mano que tortura.
Es la ley que te tapa la boca y envía a tu hijo a morir al Servicio Militar OBLIGATORIO.
Es la bota fascista que te aplasta el pecho hasta que ya no tienes ganas de vivir.
Es la voz que ordena a tu cerebro esquizofrénico que tienes que fajarte con tu hermano por un pedazo de pan.
Es el químico en la sangre de miles de jóvenes y hasta niños que se convierten en piltrafas humanas si sobreviven.
Gabriela es el hambre y la desesperanza que ha expulsado a millones de cubanos y los ha desperdigado por todo el mundo, nómadas del dolor, los sin nación.
Gabriela ha sido «ofendida» por un insulto que se escucha todos los días en todos los solares sin agua potable de Cuba.
La propia existencia de ella es un insulto a nuestra dignidad, a nuestra humanidad, a nuestro coraje.
Es el insulto que nos convierte a todos en seres lloriqueantes, débiles, siempre dispuestos a saltar a la yugular de un conciudadano.
Gabriela es la revolución, es la dictadura.
Gabriela es el poder que nos desaparece.
¡Apestosa y bien!
Apesta como lo hacen los sistemas en descomposición.