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La caída de Maduro: entre el deseo, la estrategia y la cruda realidad

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Por Jorge Luis García Fuentes ()

Hermosillo.- Veo a muchos entusiasmados con la caída inminente de Maduro. A muchos nos encantaría, por supuesto, enterarnos del fin del chavismo con un desenlace de película. Sería ideal recrear el fin de Noriega o Gadafi, pero no es tan simple.

Por un lado, sí, Trump necesita de un levantón de popularidad. Muy probablemente hubo un pacto con Putin, de hacerse de la vista gorda con su gordo caribeño. Esto, a cambio de seguir sacrificando a Ucrania. Sin embargo, por otro lado, lo de la presunta invasión no luce tan realista. No es un desembarco lo que está en plan, ni bombardeo al territorio, ni entrar a sacar por la fuerza al dictador.

La idea de los buques de guerra es sólo para interrumpir o neutralizar el tráfico de drogas, oro y armas. Según la inteligencia norteamericana, esto financia y alimenta al cártel de los Soles, la mafia de Maduro y Diosdado Cabello.

Todo puede tardar o no ocurrir

Le están apostando a la medicina preventiva, no a la extirpación quirúrgica. Calculan que al cortar los suministros a la dictadura, esta se vería afectada en su rutina de sobornos y extorsiones. Esto provocaría un hueco en sus finanzas y, eventualmente, una implosión desde sus mismos cuadros y mandos medios corruptos.

Lamentablemente esto podría tardar, o nunca ocurrir.

Venezuela, como antes Cuba, está mucho más allá de la lógica y la sensatez. Incluso si la estrategia norteamericana es correcta, no cuentan con la capacidad de supervivencia de estos regímenes plataneros. Son muy aptos para mantenerse en el poder. Pueden seguir respirando y dando discursos triunfalistas, incluso con el país reducido a polvo y cenizas, o recabando oxígeno con patrocinadores nuevos.

Hasta el momento Trump sólo ha conseguido crear un leve estado de nervios en la cúpula chavista. O peor, les ha dado un nuevo pretexto para unificar a los miles de seguidores que quedan. Se embarcan en un renovado episodio de «resistencia a toda costa» para defender a la patria del imperialismo yanqui. Además, lo hace sin la menor garantía de que algo semejante llegue a pasar, y llenando de vagas esperanzas a tanta gente que sueña con ver encadenado a Maduro y a sus generales.

Espero, de corazón, estar equivocado. Estaría entre los primeros en destapar la botella de tequila.

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