Por Madelyn Sardiñas Padrón ()
Camagüey.- Recientemente mi amigo Arturo Mesa subió a su muro en esta red social un post titulado “CIFRAS”, en el que mencionaba algunos datos acerca de importaciones a Cuba, desde Estados Unidos. Como un relámpago, alguien más, subió un post titulado “¿CIFRAS?” en el que, según su autor, no se pretendía hablar de cifras mientras repetía, casi de punta a cabo y de cabo a rabo, alguno de los informes oficiales acerca de los daños ocasionados por el “bloqueo» a Cuba. No faltó, por supuesto, la afirmación de que tal “bloqueo» es la causa fundamental del fracaso económico del Estado cubano.
No me detuve a comprobar si las cifras correspondían, o no, al último de los informes oficiales sobre los daños del “bloqueo», porque todos los años emiten uno. Tampoco cuestioné, ni la veracidad de las cifras, ni la pertinencia de la metodología empleada para llegar a ellas. A los efectos de mi observación sobre su comentario, ninguna de estas cuestiones es relevante.
Al intentar demostrar lo errado de la afirmación “el bloqueo es la causa fundamental del fracaso económico cubano», el señor cuestionó si otros sectores en Cuba, fuera del de salud, regalaban títulos de doctorado y categorías científicas. Recurrir a la ofensa es práctica habitual de quienes se quedan sin argumentos para refutar una idea. Para colmo, este señor hace galas de su experticia científica y me aconseja reflexionar sobre ello en mi próxima sentada pacífica de los días 18.
Pudiera dedicar mi protesta del próximo 18 de noviembre a la ignorancia por cuenta propia, pero como este señor no me conoce, no sabe que yo no necesito una fecha señalada para comunicar lo que pienso.
Como siempre, allá voy con los argumentos.
El fracaso económico (por decirlo “bonito”) del Estado cubano es resultado de varias causas; es decir, el conjunto de las medidas coercitivas de EEUU es una, pero no es, ni remotamente, la única causa del fracaso.
Todos los años, con el objetivo de obtener respaldo internacional que de alguna forma presione a la administración de turno en los Estados Unidos para que elimine las medidas coercitivas, el gobierno cubano elabora un informe en el que presenta al mundo la magnitud de los daños ocasionados por tales medidas. Ese mismo gobierno no reconoce, que su accionar también ocasiona daños a la economía, por lo que ni siquiera se ha dignado a calcular (o estimar) la magnitud del daño que han provocado. Esto habla muy mal de la honestidad y la transparencia de ese gobierno.
Entonces, ante la ausencia del valor del daño provocado por otras causas que inciden en el problema, no hay manera de compararlas entre sí y, por tanto, no se puede afirmar que una predomine sobre la otra.
Que, ¿cuál es la ciencia que soporta mi afirmación? Pues nada más y nada menos que la matemática.
En el primer grado de la primaria los niños aprenden a comparar números y que para compararlos es necesario conocer ambos. Traducido a la notación matemática para una comparación entre dos números sería:
– Si a=3 y b=5, entonces b>a, o a<b por propiedad conmutativa y si a=3 y b=3, entonces a=b, o b=a, por la misma propiedad.
– Si a=3 y b se desconoce, o a se desconoce y b=5, entonces no es posible afirmar que a sea mayor que b (a>b), ni menor que b (a<b), ni igual a b (a=b).
Esta es la ciencia que soporta mi planteamiento acerca de que no es válido afirmar, que “el bloqueo es la causa fundamental del fracaso económico del Estado cubano” y, a la vez, deviene en la evidencia que soporta la afirmación de que el sólo cálculo de su impacto no es suficiente para demostrar, científicamente, que así sea.
NO SE NECESITAN TÍTULOS NI CATEGORÍAS CIENTÍFICAS PARA ENTENDER LO ANTES EXPUESTO; ES SUFICIENTE NO SER ANALFABETO.
Si el autor de “¿CIFRAS?” opina que alguien me regaló los títulos que poseo, entonces yo puedo pensar que alguien le regaló a él la nota de matemática para pasar del primero al segundo grado de la primaria.
Que un analfabeto crea lo que le dicen sin cuestionarlo es IGNORANCIA; que un profesional no cuestione la pertinencia -incluso la veracidad- de lo que le dicen por no querer aplicar conocimientos muy básicos, ya es IGNORANCIA POR CUENTA PROPIA.
No hay peor ciego, que el que no quiere ver. Tales comportamientos dejan muy mal parados a, en su caso, los profesionales de la salud, ya que tanto énfasis hace él en el rigor científico con que se otorgan los títulos y categorías en su sector. ¡Y que conste! Yo no lo he cuestionado.
Si alguien decide ser ignorante por cuenta propia, pues ¡que le vaya bien con eso!