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¿HASTA CUÁNDO DURARÁ EL CONFLICTO EN UCRANIA?

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Por Luis Rubartieri (Especial para El Vigía de Cuba)

Valencia, España.- Cuando comenzó el conflicto en Ucrania, algunos analistas hablaron de seis meses de duración, otros dijeron que se extendería hasta finales de 2022, y lo cierto es que un año y medio después ya nadie se atreve a predecir cuánto durará, porque las partes enfrentadas no parecen tener punto alguno de contacto para lograr un entendimiento.
Hace unas horas terminó en Yeda, la segunda ciudad más grande de Arabia Saudita, una reunión en la que participaron representantes de más de 40 países para buscar una solución a la guerra en Ucrania. Estuvieron presentes, incluso, representantes de Kiev, pero nadie invitó a Moscú, ni siquiera para escuchar sus argumentos. Se perdieron todos una buena oportunidad, aunque tal vez el Kremlin hubiera desistido de acudir.
Este martes, el mandatario ucraniano, Vládimir Zelenski, dio a conocer su fórmula de paz, una agenda de 10 puntos encaminada a conseguir el fin del conflicto, con el nombre «Filosofía de la fórmula de paz ucraniana», y luego, en la página de la Presidencia, explicó, uno por uno, cada punto.

Sin ser un erudito en cuestiones militares, es fácil darse cuenta de que el jefe de Estado ucraniano, envalentonado por el apoyo total de la OTAN y Occidente, no quiere el final de las hostilidades, porque los puntos que propone, o algunos de ellos, no van a ser aceptados por los rusos, sobre todo aquello de que «la integridad territorial y la soberanía de Ucrania deben restablecerse para todo su territorio en el marco de las fronteras reconocidas internacionalmente, según fueron determinadas en el momento de la proclamación de la independencia de Ucrania en 1991».
Algo así como que Kiev pretende regresar a las fronteras establecidas cuando se separó de la URSS, y Rusia dice que podría haber un proceso de paz, pero siempre y cuando «se tenga en cuenta la situación de facto y la nueva realidad territorial». Eso quiere decir que las zonas que ocuparon las tropas rusas, se consideran parte del país, además de Crimea, y que ese no será un tema para negociar. Más claro ni el agua.
Solo esa posición eterniza un conflicto que a muchos en el mundo no le conviene que acabe, sobre todo a los enemigos de Moscú, porque creen que es la oportunidad para debilitar al Kremlin, a su inquilino, y dejar en evidencia al ejército ruso, por más que la guerra les cueste miles de millones de dólares cada mes, de fondos que envían puntualmente Europa y Estados Unidos, y que Zelenski usa a discreción.
Tampoco les interesa a muchos de los gobernantes la cantidad de víctimas de un lado u otro, los desplazados, los traumas que dejan las bombas o las esteras de los tanques. La OTAN, poco a poco, se deshace de todo el armamento obsoleto que tenía y se lo envía a Ucrania, mientras la secretaría general exige que el dos por ciento del PIB de cada país se utilice para reponer, con armamento nuevo y más sofisticado, todo lo enviado a Zelesnki, al que aúpan por un lado y dan la espalda por otro.
Al hombre que rige los destinos de Kiev le piden no parar, pero lo cierto es que sobre el terreno no consigue nada, más allá de lo que digan los partes de guerra o lo que quieran reflejar algunas cadenas de televisión. Porque si tan bien les fuera a los ucranianos en los combates, ya hubieran recuperado los territorios perdidos, y eso no es lo que está pasando.
La propaganda sigue atizando a Moscú, que según los medios de prensa, ha iniciado la peor de todas las guerras, la invasión más atroz, y ha cometido los más horrendos crímenes de toda la historia, pero nadie se refiere a lo que hace el otro bando, o a lo que hacía antes del 24 de febrero de 2022.
Si me preguntan a mí hasta cuándo durarán las hostilidades, diría que habrá guerra mientras Joe Biden siga en la Casa Blanca, por su debilidad habitual con los gobiernos ucranianos, un país donde la familia del mandatario estadounidense tuvo, o tiene, intereses, y por la escasa disposición a dialogar con Moscú.
La suerte de Ucrania y el cese del fuego solo se decidirá entrado 2025, cuando Donald Trump o cualquier otro republicano suceda a Biden. Si el actual mandatario consigue reelegirse, las bombas seguirán explotando en toda la zona de conflicto. De eso no tengo dudas.

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