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¿ESTOY CONFUNDIDO?

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(Tomado del Facebook de Héctor Miranda)
Moscú.- Vivir la realidad cubana desde afuera tiene sus ventajas. Puedes, por ejemplo, seguir todas las versiones, preguntarle a cualquiera, hacer un corrillo digital y decir allí lo que quieras, sin temor alguno. Incluso, seguir en vivo los acontecimientos, algo que dentro resultaría complicado, porque tal vez donde vivas no haya electricidad.
Sin embargo y pese a eso, admito que estoy confundido. Con el tema Cuba cualquiera se confunde, porque es todo tan contradictorio y tan jodidamente enredado que a uno se le cruzan las cosas en la cabeza, cual si fueran cables. Por ejemplo, las personas con quienes hablo en la isla, que no son pocas ni de un solo lugar, sino de muchas provincias, me dicen que la situación está mala, que no hay comida, que el dinero no alcanza para nada, que en los hospitales no hay medicamentos, incluso ni maestros para las escuelas.
Esos amigos, y otro a los que leo en las redes sociales y que se juegan con sus publicaciones ir a prisión -si a los que gobiernan les da por enjuiciarlos por violar una ley u otra- explotan por falta de electricidad, de agua, por colas inmensas para echar gasolina, incluso para comprar el arroz que una vez al mes tienen derecho a adquirir en una bodega que se cae a pedazos. Hasta para el mendrugo de pan que venden, a veces en días alternos, se forman colas enormes.
Veo rostros enjutos, tristes, niños cabizbajos. Observo, insisto que en las redes, en publicaciones desde dentro de Cuba, paredes sucias, calles llenas de baches, lamentos porque no hay transporte hacia ningún lugar, quejas porque las tiendas en MLC del interior no venden nada, a no ser aceitunas, rones, algo de aseo y unos rollos de papel sanitario de pésima calidad, a un precio más alto que el que tiene en Noruega -insisto, Noruega- el doble de cantidad y de doble capa.
Puede ser una imagen de 3 personas, personas bailando y multitudTambién seguí las protestas en Santiago de Cuba y Bayamo por redes sociales. Vi a los manifestantes pedir comida, corriente y también libertad. Y luego escuché las versiones oficiales, las que salen en los medios, y mi confusión aumentó. Porque los gritos que resonaron en Santiago, donde había cientos, tal vez miles de personas, no eran solo por tres libras de arroz y cuatro de azúcar, como insistieron desde todas las plataformas gubernamentales.
No vi confundidos, como estoy yo. Había personas gritando a todo pulmón, y cuando uno no está claro de algo, no grita tan alto. Y tampoco observé violencia entre los que reclamaban. Que yo sepa, no se rompieron vidrieras, no se viraron autos bocarriba ni se apedreó a dirigentes ni policías. Sin embargo, hay presos, y presiento que habrá más. Y ya eso no me confunde tanto, porque es habitual.
Eso sí, me confundieron las calles vacías de muchos pueblos de Cuba. De pronto, como por arte de magia, muchos de adentro comenzaron a publicar fotos de sus respectivas ciudades, a veces apagadas, con mensajes de tranquilidad. Por un lado todo estaba caliente, con personas en las calles reclamando el derecho a comer y a decidir sobre sus vidas, y por el otro todo tan tranquilo, como si unos vivieran en el infierno y los otros en el paraíso.

Pero, para ser claro, lo que más me confundió fue el mensaje gubernamental. El de los voceros y el del presidente. Unos montados sobre el otro, en la misma línea, algunos vertidos con más habilidad, otros con más torpeza, pero manipulados al extremo. Y no me refiero solo a lo que publica la televisión, o los periódicos, sino a los de las redes, todas.

Y me pregunto si no sería mejor aceptar desde la cúpula que son incapaces de resolver el problema de Cuba, dar un paso al costado y permitir que lo intenten otros. El tema del bloqueo es tan viejo y tan manido que dejó de ser creíble. ¿Cómo vas a hablar de bloqueo si el pollo y los huevos que vendes los compras donde te bloquean? ¿Por qué no compran petróleo a Rusia, que ha reducido su producción porque las sanciones de Occidente inciden en sus mercados habituales? ¿Por qué no le compran trigo a Moscú, que tiene más de 10 millones de toneladas listas para venderlas en sus graneros y que le ha regalado hasta a África? Los rusos son aliados y enemigos de tus enemigos… digo yo.
Les juro que no soporto a la gente gris, plomiza, aburrida, tediosa, repetitiva, a los que se lamentan por todo. Me gustan los locos, los que dan la cara, los que creen que siempre se puede, los que no buscan justificaciones para acreditar su incapacidad.
Cuba necesita de estos últimos. De hombres y mujeres que arrimen el hombro y trabajen, que cambien el país desde arriba hasta abajo, porque mientras haya unos gordos encima, viviendo de sus sermones incoherentes, cargados de lamentos ridículos, y del sudor de los de abajo, el país continuará a la velocidad de la luz hacia ese agujero negro del que los gobernantes jamás lo podrán sacar.

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