
EL TERROR COMO FORMA DE CONTROL
Por Hermes Entenza
Núremberg.- Hoy me desperté como suele ser: pensando en Cuba, imaginando que camino lentamente por las calles de Sancti Spíritus o La Habana, y llamo a gente que quiero y quedamos para un café, acompañados por el regio sol del trópico.
Pero los sueños se interrumpen fácilmente. Leo que aumentan los presos políticos, que hubo juicios extremos a gente humilde que desea cambios, y que un periodista independiente lleva tres días incomunicado en Villa Marista. En fin, el sueño por Cuba se vuelve pesadilla.
Pero hay más. Hace unas horas, en el programa del fantasma malévolo Humberto López, hubo amenazas de pena de muerte para aquellos que protesten. Ya esto es como dar, a la cara, el parte internacional de que el gobierno de Cuba es una dictadura de las más rancias de América.
He visto que los gobiernos de Nicaragua y Venezuela, adelantados en la desvergüenza pública, ya no tienen reparos en ser vistos como terribles regímenes; basta ver los ejercicios de fuerza y violencia contra el pueblo y contra el mundo. Parece que Cuba no quiere quedarse atrás en esta escalada de soberbia y falta de límites, y animosamente quiere seguir el patrón letal de estas dictaduras.
Cuba es un país desecho; comenzó a morir el 1ro de enero de 1959 y su agonía ha sido larga. Por supuesto, Fidel Castro Ruz ha sido el gran culpable de la muerte de la isla y de la onda expansiva por todo el continente. Es un hecho que muchos callan y no sé la razón. incluso, la izquierda mundial, a pesar de tener en la mirilla al inútil Díaz-Canel por sus torpezas, falta de carisma y nula inteligencia para dirigir un país, todavía ven en Castro el líder positivo que le inyectó esperanzas al tercer mundo.
Claro, «El Caballo» fue un personaje con herramientas para posar como líder, aprovechando su momento histórico, cuando Latinoamérica añoraba un oso polar que gritara libertad, rompiera reglas y se fajara con medio mundo.
Las revoluciones populares de los años 60’s vieron en la naciente Cuba una opción alentadora en sus luchas contra el Capitalismo, y por supuesto, la bandera que comenzó a flotar en las plazas públicas del mundo, llevaban la imagen, como un estigma, de Fidel y el Che. La izquierda unida mundial con el lema «El pueblo unido jamás será vencido», caminaba y vociferaba orgulloso por las calles de América y Europa soñando un sistema social al estilo de Cuba, o al menos, al estilo de la propaganda especializada que se hizo sobre la Revolución.
Este filón de oro macizo fue aprovechado por Fidel y su aparato, diseñando la farsa que encegueció hasta los intelectuales del momento que venían a La Habana a retratarse con Fidel y el Che en poses amaneradas para mortificar y alardear que tenían unos amigos difíciles, diferentes a los trajeados capitalistas. Así, con sumo cuidado, comenzó la obra de limpieza de la visión del pueblo cubano, que impedido de opinar sobre lo que se avizoraba, solo aprendió a dar vivas a la chapucería y la vulgaridad, porque ser decente era un rezago del pasado feroz.
Pero, además de los actos y discursos de 6 horas, de los infinitos trabajos voluntarios y descalabros económicos, las cárceles se fueron llenando, y el paredón de fusilamiento se llenó de hoyos con sangre.

Esta mutación del pensamiento popular y culto fue manejado activamente por el estado, gestando dos eventos: represión total hacia toda muestra de disenso, y fomento de la estampida masiva, para quitarle presión a la olla.
En el país han existido grandes momentos de olas migratorias (Camarioca, Embajada del Perú, Mariel, Guantánamo, Nicaragua, el parole) además de la clásica ruta de balseros, que históricamente ha sido la constante nacional, añadiendo el alto porcentaje de cubanos asilados en casi todos los países del orbe que casi nunca salen en las estadísticas, pues sólo cuentan a los que emigran a Estados Unidos.

La vida en Cuba ha estado marcada por la violencia política, y el estado ha sido capaz de cercenar cada cabeza que mira hacia arriba, sin importar las reglas de la ética y el honor para con su gente.
Estos problemas estaban ocultos para la mayoría. Fidel Castro supo que la Internet sería un problema, y se opuso a legalizarla en el país; solo en el mandato de Obama, siendo parte de la negociación en pos de crear cierta apertura, y presionado en gobierno cubano al ser una de las cláusulas a cumplir para poder recuperar a los cinco prisioneros acusados y sancionados por espionaje en USA, en el año 2015 Cuba se conectó a duras penas con el mundo, bajo los gritos de Fidel: ¡No creo, no creo, no creo!

Ya no hay ilusión, y no pueden fabricarla. No está El Caballo ni el Che como modelos fotográficos para encandilar a los ingenuos, no hay amigos de economía alta que fíen demasiado, no hay razones suficientes para gritar en los medios que Cuba avanza y el futuro luminoso está cerca. No hay moral para sostener un discurso que da risa en los primeros días de cada enero: Este año será mejor.
Entonces recurren a la más antigua forma de control popular: causar terror, llenar las cárceles y amenazar de muerte a quien alce la voz.
Las amenazas de fusilamiento a los que protesten, es el desespero típico de un gobierno en franca caída, que sabe que la olla se ha vuelto a llenar, a pesar de que en los últimos dos años, casi un millón de cubanos se ha largado.
Es un domingo más, y el sueño de caminar por las calles de Cuba se aleja, se aleja, se aleja.