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Por Yosmany Mayeta Labrada
Washington.- En uno de los muros de la Universidad de La Habana —el mismo lugar que alguna vez fue símbolo de pensamiento libre y debate intelectual— cuelga hoy una manta que dice: “Mal…..dito seas, Estado de Israel”, citando al fallecido dictador Hugo Chávez.
Muy cerca, la bandera cubana y la palestina ondean juntas sobre el Alma Mater, como si la universidad, la casa del saber, se hubiera convertido en tribuna política del odio.
No se trata de defender a un gobierno u otro, sino de entender que maldecir jamás fue un argumento. Que una institución que debería enseñar a pensar, ahora repite consignas malignas, es la prueba más clara de cuánto se ha degradado el pensamiento crítico en Cuba.
El mismo Estado que prohíbe manifestaciones por apagones, hambre o salarios, aplaude marchas “solidarias” con causas extranjeras y pinta de odio los muros donde antes se escribían ideas.
Maldecir nunca ha cambiado el mundo.
Pensar, sí.
Y la Universidad debería recordar que fue creada para eso: para pensar, no para maldecir.
El joven cubano que quiera, que siga los pasos de Hugo Chávez, que maldijo a Israel desde el fondo, donde mismo comenzó el cáncer fulminante que se lo llevó.