Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Aquí, cuando el muchachito cumple su primer añito de vida ya nosotros hemos tenido que hacerle cuatro regalos. Uno en el “baby shower” que le hicieron a la madre, otro cuando nació, otro en el bautizo y ahora en su fiesta de cumpleaños.
No sé porqué será (me parece que es porque todos los cubanos en lo más profundo de nuestros corazones somos “unos peloteros frustrados”) deseamos que nuestro niño nos salga jugador de pelota profesional.
Queremos que estudie duro (porque ya nosotros fallamos en nuestro empeño beisbolero y sabemos que una alternativa siempre es saludable) pero, enseguidita que el niño levanta un poquito más de dos pies del suelo ya queremos que recoja más pelotas que Héctor Rodríguez y batee más duro que Ortiz, Formental y Amorós…
Yo siempre he pensado que los bautizos de los niños debían ser cuando ya el muchachito tiene uso de razón y puede escoger, como sus “padrinos”, a las personas que mejor se portan con ellos. Pero de eso nada, los padrinos son los mejores amigos nuestros.

Y también pienso que los padrinos debían ser unos niñitos iguales que ellos. Vaya, para que les duren bastante los padrinos. Aunque yo no me puedo quejar porque escogí muy bien a Carlos Hurtado y Jorge Riopedre. Y a mi me escogieron súper bien mi padrino: Jaime Quintero Gómez.
Una de las suertes del niño cubano- americano o exiliado es la creencia firme y militante de sus padres de que: “Yo quiero que mi hijo tenga todo lo que yo no tuve…”
Y eso no es muy difícil porque aquí en los Estados Unidos hay un montón de artefactos (como computadoras, celulares, calculadoras, videos, y mil cosas más) que nosotros los niños cubanos jamás vimos cuando éramos muchachitos.
Desde luego, los niños aquí no tienen cosas que nosotros poseíamos como las quimbumbias, las chivichanas, jugar a la viola y a las pelotas de cajetillas de cigarros, etc…
Al final de la jornada todo se puede reseñar respondiendo esta pregunta: ¿Qué queremos que sea el niño cubano en el futuro?: Que sea bueno, libre, macho, short stop, jonronero, enamorado, muy cubano, que le gusten los pastelitos refugiados, el dulce guayaba con queso y hasta el ajiaco.
Y , desde luego, que admire a Martí y a Maceo sin correr riesgos, y que estudie una carrera universitaria.
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