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DE PIPIÁN A NEBRASKA

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Esteban Fernández Roig Jr. ()

Miami.- La suegra, nacida y criada en la Cuba de ayer, logra querer entrañablemente a la americanita con la que se casó su hijo, y ya puede referirse a ella como: “Es un estuche de monerías, quiere mucho a mi hijo, es un pedazo de pan, ya la considero una hija más”…

Vaya, les cuento que el muchacho la conoció en la Universidad, se enamoró y contrajo matrimonio con la bella joven proveniente del estado de Nebraska.

Entonces, suegra y nuera, ambas, descubren que poseen diferentes costumbres y modos de alimentar a los descendientes.

Porque, créanme, nada más complicado para una señora nacida en Pipián (o en Güines, Luyanó, Madruga, Florida- Camagüey o Remedios) que ver que le están dando compotas de brócoli al nieto cuando ella considera que debe dársele puré de malanga.

Y para la muchacha criada en Omaha también resulta muy difícil ver a su suegra querer darle un bolillo -con un par de croquetas de Islas Canarias dentro- para desayunar al niñito de tres años de nacido.

Y nuestra compatriota le dice al hijo: “¡Qué va, voy a tener que mudarme para esta casa porque a ese niño tengo que hacerle un buen caldo gallego y una fabada asturiana!”

Yo he visto a una coterránea revisando la maletica escolar de lunch del fiñe e introducir ahí una media noche, un tamal, dos papas rellenas, un pastelito de guayaba y una lata de Materva.

Una vez yo escuché a la señora de Pipián diciendo: “Imagínate, mi hijo Pánfilo se casó con Mary, que es de Nebraska, y ella ni cuenta se da que ese muchachito está un poco desnutrido”… Entonces añade: “Y sin que ella se entere le estoy dando un reconstituyente, le hago unos batidos de trigo y les echo yemas de huevo adentro pa’que engorde”.

De pronto, la americanita logra que ella, Pánfilo y el nieto se muden para Nebraska, para estar cerca de su familia.

Inmediatamente la suegra cubana y su esposo -porque no pueden vivir sin el nietecito- deciden seguirlos y abandonar el sol, la lluvia, el mar, el clima tropical de Miami y se van en pleno diciembre para Nebraska, con la nieve que les da hasta los tobillos.

Allá, su hijo Pánfilo y Mary se van a trabajar, el niño se va para la escuela y ellos se quedan encerrados solos en un apartamento, rodeados de americanos que no hablan español y que creen que Cuba está en el continente africano.

A los dos meses regresan a Florida, y les pregúntamos por Panfilito y no dicen: “¡Oh, ellos vendrán durante las Navidades a visitarnos, porque el niño está inconsolable, extrañando el bacalao a la vizcaína que yo le hacía!”

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