Por Anette Espinosa
La Habana.- La jovencita española Ana Hurtado está obsesionada con Cuba. Y hay que entenderle su posición, porque ella ama a la Cuba que conoce, la que le han mostrado, la de la buena vida, la opulencia, las soluciones fáciles y la abundancia. En la isla se tiene que sentir mejor que en su casa española, porque acá lo tiene todo al alcance de la mano.
La semana que viene llego a Cuba.
Y esta vez no va a ser como otras veces que he estado unas semanas. Me voy a quedar meses.
Voy a comenzar un proyecto documental, con mi gente, con el pueblo.Que infarte la gusanera. pic.twitter.com/jwWF74HikX
— Ana Hurtado (@Ana_Hurtado86) March 1, 2023
La periodista, admiradora furibunda del comunismo, acaba de anunciar en twitter que viajará a La Habana, no para pasar unas semanas, como hace habitualmente, sino para estar meses, con planes profesionales de por medio, entre ellos un documental. Y lo anuncia como si fuera la canciller de un país en visita oficial. Como para decirle a los anfitriones de la cúpula castrista que le preparen condiciones.
«La semana que viene me voy a Cuba. Y esta vez no va a ser como otras veces que he estado unas semanas. Me voy a quedar meses. Voy a comenzar un proyecto documental, con mi gente, con el pueblo. Que infarte la gusanera», dice su twit, adornado con la bandera rojinegra del 26 de julio, la misma que se tatuó en su muñeca derecha, en lugar de hacerlo en la izquierda, si tan de izquierdas es.
La joven periodista, que tiene sus redes sociales llenas de alegorías a la revolución cubana y a Fidel Castro, a quien considera el héroe que le cambió la vida, no tendrá problemas en Cuba, porque su viaje no le costará. El gobierno de Díaz Canel la alojará en una de sus casas de protocolo y le darán todos los permisos para filmar sin problemas su documental.
Es más, los permisos que a un cubano común le niegan, se lo darán a ella. Y si necesitas drones, tendrá los de las FAR para que su trabajo quede lo mejor posible. Y no tendrá que alquilar auto alguno, ni pagar cientos de dólares en la contratación de camarógrafos de ocasión, porque Díaz Canel y sus adláteres le buscarán al que ellos consideren el mejor, y el más confiable, casi seguro un agente de la seguridad.
Con ella irá algún chofer escolta, no vaya a ser que el populacho se enoje con sus filmaciones y quiera decirle a la cara cosas que ella no está preparada para escuchar. En fin, que el viaje de la Hurtado a Cuba será una panacea, con fiestas en las noches en los bares de la familia real, fines de semana en Varadero o en esas casas de descanso propiedad de la élite castrocomunista.
Al final, su documental reflejará lo que vio. Así que no espere nadie ver una cola, una farmacia vacía, un anciano con ropas raídas y zapatos rotos, ni una bronca machete en mano entre dos personas por un paquete de salchichas criollas o un tubo de picadillo, de esos que los cubanos ya no quieren ni ver.
Hurtado no irá a la casa de ninguna familia a ver cómo convierten en un milagro la cocción de los alimentos, ni a una escuela del interior, donde los niños no tienen libros de texto ni cuaderno, y a veces los propios padres han tenido que llevar los pupitres porque no hay.
Nada de eso hará la española, que luego, tal como el Frei Betto y muchos otros, irán por el mundo alabando las bondades de un sistema que mata poco a poco a un pueblo noble y resignado.