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Por Jorge Sotero
La Habana.- La dictadura castrocomunista nunca fue de tener contemplaciones con sus críticos, detractores u opositores. Nunca tuvo piedad del que pensó diferente, y desde el 11 de julio de 2021, cuando vio su final cerca, arreció su macabra forma de actuar y mandó a prisión a cientos de jóvenes inocentes.
Entre esos jóvenes se encuentra el santiaguero José Manuel Arias Campo, de 31 años de edad, a quien luego de un juicio manipulado, lo enviaron a prisión, a pasar los días de juventud que le quedan tras las rejas, sin que el proceso fuera limpio, como ocurre en la totalidad de los países del mundo, salvo en aquellos donde el totalitarismo es la única doctrina.
A Arias Campo lo imputaron por cinco delitos que, según una carta de su padre, fueron inventados por la policía y la fiscalía, o por los dos juntos, porque en Cuba uno es parte del otro, tal como dijo el impuesto presidente Díaz Canel cuando habló no hace mucho de las fortalezas de su régimen y dijo que «en Cuba no hay división de poderes, sino unidad de poderes». Más claro el agua.
Puede parecer rimbombante, pero al protagonista de esta historia le inventaron delitos de desorden público, desacato y atentado desde el mismo 11 de julio de 2021, fecha en que fue apresado por la policía. Desde ese momento, sus padres hicieron mil gestiones para que hubiera limpieza y transparencia en el proceso, pero eso jamás ocurrió.
En primera instancia, y antes del juicio, cuenta su padre, se solicitó 8 veces cambio de la medida cautelar de prisión preventiva para él y nunca se le concedió. «Mi esposa y yo escribimos 3 veces a la Fiscalía General de la República y nunca nos respondieron».
También recuerda que «presentamos recurso de revisión de causa desde julio de 2022 y no nos han dado respuesta. En estos momentos está en mínima, en una prisión de Santiago de Cuba llamada Confianza. Vivimos en Palma Soriano, Santiago de Cuba».
Arias padre recuerda que supo de su hijo preso el 12 de julio en la mañana, a través de un mayor de la Policía de nombre Risley, quien les dijo que «todos los detenidos estaban en el Politécnico Energético de Santiago de Cuba, convertido en prisión». Todo eso en el mismo país donde uno de los gobernantes alardeó por años de haber convertido los cuarteles en escuelas.
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Sin embargo, no fue hasta el 26 de julio que los padres de Arias Campo pudieron hablar por teléfono con él, cuando ya llevaba 15 días en prisión, y solo lo vieron el 26 de octubre, luego de 103 días. Para entonces sabían que el fiscal había pedido nueve años de cárcel: 3 años por desorden público, 3 por desacato y otros 3 por atentado.
El progenitor aclara que «al juicio citaron solo a 3 de los 9 testigos de la defensa, y alegó que la defensa presentó 3 vídeos donde se demostró la inocencia, pero el fiscal dijo que José Manuel se incorporó a la manifestación gritando ofensas al presidente, aunque testigos, fotos y vídeos demuestran lo contrario».
La detención, cuenta Arias estuvo motivada porque su hijo y un grupo de amigos se encontraban «cerca del Partido Municipal y cuando la policía especial llegó lanzando gases, golpeando con porras y achuchando perros, él sale corriendo y un policía lo persigue, lo inmoviliza por la espalda, lo golpea y casi lo ahoga. En el forcejeo, estando inmovilizado y tratando de evitar que lo ahorque le da un golpe al policía en la frente y este presenta certificado médico que dice: ‘lesión leve en la frente, que no precisa tratamiento ni medicinas'».
Cuando José Manuel se logra reincorporar, «el policía lo lleva detenido al parqueo del Partido Municipal y allí le arrebata el teléfono que tenía en su mano y lo tira 3 veces contra la pared, hasta destruirlo totalmente, luego lo golpea en la cara y la cabeza, lo tira al suelo y le pone el pie encima y le dice que de ahí no se mueva. Todos los presos que estaban en el lugar vieron eso».
Durante el juicio, los días 20 y 21 de diciembre, la Fiscalía, aclara su padre, solo presentó como testigos a policías, sin pruebas, ni fotos ni vídeos, y lo condenaron a cinco años, en una sentencia que se conoció el 4 de mayo.
Entonces se realizó la apelación, los días 22 y 23 de junio e increíblemente, la jueza solo citó a testigos (policías) de la fiscalía y a ningún testigo de la defensa. Fue un ejemplo más de la transparencia y la limpieza con que opera el régimen cubana y una mancha monumental sobre los órganos encargados de impartir justicia, en juicios amañados que alguna vez servirán de ejemplo al mundo sobre todo lo que no se debe hacer en materia de derecho.
De los 16 encausados de Santiago, a ninguno le cambiaron la sentencia, dice su padre, quien recuerda que «escribí 3 veces a la Fiscalía General de la República y nunca respondieron y tampoco respondieron cuando el 15 de julio presentamos Revisión de Causa al Tribunal Supremo».
José Manuel, cuya condena es de menos de siete años, fue trasladado a un régimen de mínima el 30 de agosto de 2022 y en enero de este año salió de pase. Los que están en situación similar a la suya también salieron de pase, menos dos que tienen el permiso planificado para mayo, pero es que no deberían estar presos por pensar diferente, por decir lo que piensan, por expresar sus posiciones contra un gobierno que mata al pueblo de hambre y reprime al que protesta.
Los detenidos el 11j, en su inmensa mayoría, son prisioneros de conciencia, personas cuyo único delito fue plantarles cara al régimen, que amparado en el control absoluto del poder, los sancionó a severas condenas.