Por Jorge Fernández Era (Facebook)
La Habana.- Ayer, minutos después de que Alina Bárbara López Hernández, Jenny Pantoja y yo cumpliéramos con la hora de manifestación pacífica frente al monumento al Apóstol en el Parque de la Libertad de Matanzas, comenté que hubo conato de acoso por parte de los integrantes de las Brigadas de Acción Rápida que desde que arribamos al lugar no disimularon el deseo de demostrar habilidades.
Horas antes, sentados Alina y yo en espera de Jenny en el parque colindante a la catedral, varios agentes con celulares nos filmaron. Tomarse una Cristal y una Bucanero no constituye delito, si acaso contribución al desarrollo sostenible de la economía. Saludamos a sus cámaras, nos acercamos para que enfocaran mejor, y entonces huyeron, no estaban dispuestos a explicarnos tal perdedera de tiempo y de recursos para el subdesarrollo insostenible.
En el parque había una actividad de lo más espontánea, con bafles y música a todo volumen. El «público» no variaba: se sentaba en los bancos o transitaba con un guion que, de aprendido, lucía ensayado con esmero. A algunos les orientaron darnos las buenas tardes, como para enfatizar «estamos aquí».
Esperaban más: que sacáramos plumones y llenáramos el contenido de los carteles en blanco; que gritáramos contra el presidente, contra los vice y contra los bíceps; que clamáramos por un nuevo orden nacional e internacional… Ya próximos a partir, rodearon el banco en actitud desafiante (uno hasta intentó chocar con Alina), sin disimular que recibían orientaciones de alguna parte (adjunto foto del «team aserrín»; nótese a la izquierda cómo tomaron en masa el banco donde estuvimos sentados). Cuando nos dirigimos a tomarnos un refrigerio en un café cercano, igual tuvimos custodia.
A ver: eviten papelazos como esos y para la próxima organícense mejor. Empiecen por reunirse con Susely Morfa, flamante primera secretaria del Partido, para que les enseñe a vociferar al ritmo de la música. Que salte uno de ustedes y jure que vino desde Oriente pagándose el pasaje.
Triste no tener coraje para reunirse con tres ciudadanos desarmados (blindados solo con su palabra) a discutir sobre demandas que los trajeron al Parque de la Libertad (sagrado sustantivo) a clamar por derechos otorgados por la Constitución que ustedes pisotean. Nefasto no saber ni poder enfrentarse desde las ideas, recurrir a un abortado mitin de repudio tras salirles otra vez el tiro por donde siempre les sale.
Vaya manera de defender su condición de «revolucionarios», de «comunistas». Es tal el vacío de «convicciones» que ni uno de ustedes tiene cerebro para una batalla de principios con cualquiera de nosotros.
¿Será que se agotan los monumentos, que se les acaba el parque?