
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Joel Fonte
La Habana.- Si la oposición al castrismo resolviera hoy la lucha armada, hechos como Humboldt 7 palidecerían ante la violencia que el régimen desataría…
El 20 de abril del 1957, cuatro jóvenes involucrados en la lucha clandestina contra la dictadura batistiana en la capital, y que semanas antes habían tenido participación en los sucesos del 13 de marzo, resultaron muertos por las fuerzas policiales de Batista en una vivienda habanera.
A esos sucesos se les conoce como la Masacre de Humboldt 7.
La alusión a ese hecho adquiere hoy una enorme relevancia. Esto se debe a que Cuba se encuentra en medio de una agudización de su permanente crisis económica, social y política. Además, es un referente de cómo la violencia deviene en arma recurrente de todo régimen que anticipa su colapso, el cual apela a todos los métodos posibles para retrasarlo.
Y resulta también un pretexto para desmentir la falacia castrista. Según esta, la dictadura cubana jamás ha asesinado, jamás ha torturado, y no recurre a la violencia contra sus enemigos.
Es justamente eso: una mentira.
Esa mentira la han creído millones de personas en el mundo. Esto ocurre incluso cuando en las dos oportunidades en que se han conocido las mayores protestas cívicas en Cuba – el 5 de agosto del ’94, en La Habana, y el 11 de julio del 2021, en decenas de ciudades del país – la represión y violencia física contra los inconformes ha sido de una despiadada crueldad.
Pero los pueblos tienen mala memoria. Aunque la violencia se practique a diario contra la oposición, esta no se visibiliza con el mismo alcance que en aquellas fechas. En Cuba, la oposición abandonó desde finales de los años ’60 la lucha armada y violenta como método para lograr el fin del castrismo.
Y de ahí que por décadas el régimen cubano haya impuesto ese relato de ‘gobierno pacifico que respeta a la ciudadanía.
En este nuevo contexto, y dadas las circunstancias tan dramáticas que vive nuestro pueblo, sometido a un verdadero holocausto, la realidad puede derivar inevitablemente en que hombres y mujeres, de forma espontánea u organizada, opten por métodos de lucha no pacíficos.
Estos métodos determinan que no es esa la vía para lograr sus demandas de un nuevo país. Ante esa realidad, en ese nuevo contexto, no tengo dudas de que el régimen de Raúl Castro mostraría una violencia bestial para apagar cualquier rebeldía.
Llevan décadas inculcando el veneno del adoctrinamiento en las fuerzas militares cubanas. Largos años haciéndole creer a policías y militares que defender al régimen es defender a la patria. Fidel Castro y su hermano son el país, son el pueblo. Por eso, quien pretenda subvertir esa falacia es un criminal contra el cual están justificadas todas las armas y todos los métodos.
Cuba y nuestra gente no deben ignorar esas verdades. Debemos encontrar en ellas un motivo mayor para persistir en nuestros objetivos.
No más manipulación y mentiras. Basta de tolerar injusticias. No más dictadura en Cuba.