PERDER PORTE CON EL TRANS

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La Habana.- «¿Algo andará bien?», me pregunté ayer en la parada del P9 en la Cujae. Acababa de dejar a mi hijo en el campamento Toledo 2. Debía entrar a las 2:00, a la 1:35 cumplió el término de su pase. Estaría yo de regreso a casa —pensé— más rápido que nunca.
Llegar a la parada y encontrarte solo una persona tiene un lado bueno: eres el segundo, alcanzarás asiento cuando aterrice la guagua. El lado malo es lo que significa en materia de circulación vial: se fue reciente una, la próxima imagínate.
Allí estuve desde la 1:45 hasta las 3:33. En ese lapso, solo arribaron o pasaron los ómnibus PC (uno; desde Playa), 177 (dos; cubre el trayecto Santiago de las Vegas-Cujae) y A70 (dos: hacia y desde La Lisa; en este último me fui, pasa a ocho cuadras de casa). El P9 me deja más cerca, pero no llegó. No pude aprovechar que, por veleidades «colísticas», me quedara de primero. Tampoco pasó un A35, sirve también, me acerca a la Víbora.
Amén del peligro para la integridad sicológica de la población habanera de que un individuo en prisión domiciliaria se explaye en su consuetudinaria violación, cabría analizar cómo es posible que un lunes —no importa si en verano y sin clases—, en pleno horario laboral, una «ruta principal» como el P9 se dé el lujo de circular cada dos horas (digo…). ¿Cuántos trabajadores que en su ruta laboran o viven se quedarán botados o tendrán que recurrir a los «almendrones» para llegar a feliz término? Hablamos quizás del (des)articulado que más municipios deja en su camino. En sus veintitrés kilómetros de recorrido y para arribar a la Ciudad Universitaria, el P9 atraviesa Arroyo Naranjo, Diez de Octubre, Cerro, Habana Vieja, Centro Habana, Plaza, Playa y Marianao. Según encuesta del FGFCF (Fondo para Gentes en el Fondo que Caminan hacia el Fondo), novecientos desesperados por parada llegarán a sus «aptos» aptos para el suicidio. Véase si no la caricatura de Waldo que adjunto, con más de cuarenta años; ilustra lo que era ya en los ochenta esa parada de la Cujae; optaba yo por graduarme como Ingeniero en Explotación del Transporte.
Por la mañana, similar la historia. En las sucesivas ocasiones en que este Ingeniero Explotado por el Transporte ha partido a Toledo 2 a buscar a su hijo o a regresarlo, nunca ha elegido la que se supone opción más factible: enganchar el P9 en Toyo y hacer el recorrido completo. Después de las seis de la mañana es labor titánica. Lo es también para miles de personas que parten a su trabajo y, ante tamaña circunstancia, no rinden lo que deberían si dedican cuatro o más horas al puro traslado.
No hay capital del mundo con sistema de transporte más dependiente de la suerte que el nuestro: sin Metro —¿cuánto costó al arca pública proyecto, empresa con cientos de trabajadores, asesores soviéticos, huecos aquí y allá…?—, sin ferrocarril urbano —he ahí los rieles en Vía Blanca como mudos testigos de lo que pudo ser—, sin taxis —absténganse de llamarle así a eso que rueda por la ciudad—, prácticamente sin flujo marítimo ni transporte no contaminante, sin helicópteros…
Hace un semestre, el ministro de Transporte compareció en la Mesa Redonda y confesó que solo funcionaba el treinta por ciento del parque de ómnibus de la capital. En la actualidad, la cifra debe estar cercana al paro. De ahí la visita a Cuba de Wang Wentao, vicepresidente de Yutong. No se ha Mentao que la compañía le reclama al Gobierno el cumplimiento del pago por más de dieciocho mil ómnibus suministrados a la Isla.
No es de descartar que pronto, ante situaciones como la de ayer —decenas de ciudadanos clamando por la aparición de un P9—, y con la «resistencia creativa» que nos caracteriza, las organizaciones políticas y de masas organicen mítines en las paradas para repudiar el cruel e injusto bloqueo chino.

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