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Por Jesús Hernández Villapol (Crónicas de Júpiter)
Hay muchas experiencias que muestran que no siempre, el que es especialmente brillante en una esfera de la vida y la sociedad lo es en el resto, ya sea en las relaciones interpersonales con la familia, vecinos o colegas de trabajo.
En la actualidad se habla con mucha frecuencia del multimillonario Elon Musk, más aún desde que fue designado como asesor del gobierno de Donald Trump, en Estados Unidos, para encabezar el departamento de eficiencia gubernamental, conocido como (DOGE), en el que ha incluido a un grupo de talentosos jóvenes especialistas en informática, muy bien pagados, por cierto.
Ha llamado la atención ver al señor Musk, en más de una ocasión, en importantes reuniones con su pequeño hijo en hombros, algo que en algún momento hemos hecho muchos, pero en su caso, por el tipo de escenario, la Casa Blanca, parece una acción forzada, como queriendo ofrecer la imagen de lo buen padre que es o tratando de lograr quizás, con este, lo que no consiguió con sus otros hijos.
Mi pregunta es la siguiente: ¿el genial dueño de Tesla sabrá que ese sitio es inapropiado para un niño y más aún por la peligrosa exposición pública a que somete al menor? ¿Sabrá que un parque u otro lugar por el estilo es más acorde, si queremos tener tiempo con nuestro hijo?
Este tipo de comportamiento me hace dudar también del grupo de brillantes jóvenes colaboradores, que rondan los 20 años y no es de extrañar que sepan manipular una computadora o un teléfono a la perfección, pero que tal vez, sean incapaces de dar los buenos días o acercarse a una persona para concertar una cita afectiva.
Digo esto, porque la nociva digitalización deja sin mucho espacio a las relaciones entre personas y deshumaniza en grado alarmante y mucho más a los llamados “genios”.
Es llamativo que en la gestión del Departamento DOGE, en su afán de optimizar gastos, por citar algunos ejemplos, haya despedido a entre 300 y 400 especialistas responsables del diseño y mantenimiento del arsenal nuclear, medida que rápidamente tuvieron que revocar, por el sensible manejo de seguridad nacional de esas personas.
Los despidos en el gobierno federal, de los miles realizados, incluye a científicos de la principal agencia meteorológica del país, que entre sus funciones está monitorear el océano para evitar las colisiones entre los buques y las ballenas que navegan por la costa oeste de Estados Unidos.
De acuerdo a fuentes especializadas, “estos movimientos se están realizando en el peor momento posible, cuando los océanos experimentan cambios extremos, algunos de los cuales siguen en gran medida sin explicación, con profundas repercusiones para seres humanos, la vida salvaje y la economía”.
No es justo que se llame lunáticos a científicos y expertos, lo cual muestra el grado de ignorancia que se tiene para valorar el trabajo que realizan. Es absurdo reducir mecánicamente a números y algoritmos los análisis para efectuar grandes despidos con el objetivo de reducir gastos, dejando en un segundo plano el factor humano y la importancia de esos empleos.
Se le ha dado una gran publicidad al hecho de haber detectado a personas que con 120 años (pocas personas llegan a esa edad) se mantienen recibiendo dinero del seguro social, como si fuera un gran hallazgo de detección de fraude por parte del departamento de Elon Musk, ejemplo que parece risible ante todo el sistema de control que existe.
Quizás los especialistas en sabermetría (análisis estadístico del béisbol) sean más eficaces para saber qué lanzamiento es más efectivo para neutralizar al fenomenal bateador japonés Shohei Ohtani.
¡Mucho cuidado!: estamos tratando con seres humanos, se está despidiendo a gente valiosa, de profesiones con alto grado de importancia y aunque coloquemos a “un genio” en función de optimizar gastos, no todo es fraude y no todo al que se despide está bien despedido, algo muy parecido a lo que está sucediendo con la deportación de inmigrantes.
Júpiter, abril 2025