Por Edi Libedinsky ()
Buenos Aires.- «𝐄𝐥 𝐥𝐚𝐫𝐠𝐨 𝐚𝐝𝐢ó𝐬» (1973) es un filme neo-noir dirigida por Robert Altman, basada en la novela homónima de Raymond Chandler de 1953. La película está protagonizada por Elliott Gould como Philip Marlowe, un detective privado y el icónico protagonista de la serie de detectives de Chandler.
Sin embargo, la interpretación de Altman del personaje se aleja del detective duro tradicional, presentando a Marlowe como una figura más relajada, desilusionada y casi torpe, en marcado contraste con los héroes estoicos habituales del género noir.
Ambientada en Los Ángeles de la década de 1970, la película explora temas de identidad, engaño y ambigüedad moral, con una visión más relajada y moderna de la historia de detectives.
La trama sigue a Marlowe mientras investiga el caso de su amigo Terry Lennox (Jim Bouton), quien está implicado en el asesinato de su esposa. La participación de Marlowe se complica cuando es incriminado por el asesinato de Lennox, lo que lo lleva a una red de corrupción e intriga.
El ritmo y el estilo de la película reflejan el mundo inconexo y moralmente ambiguo que habita Marlowe, donde la verdad es esquiva y las alianzas cambian rápidamente. La película cuenta con un sólido elenco de reparto, que incluye a Sterling Hayden como un gángster misterioso y Nina van Pallandt como la femme fatale.
La dirección de Altman se caracteriza por su uso característico de diálogos superpuestos y una estructura narrativa fragmentada, que sirve para desorientar al público, al igual que la propia desilusión de Marlowe con el caso y el mundo que lo rodea.
La partitura de la película, compuesta por John Williams, destaca por su uso de la misma canción, «The Long Goodbye», a lo largo de la película, creando un motivo inquietantemente repetitivo que subraya los temas del atrapamiento y el destino cíclico.
«𝐄𝐥 𝐥𝐚𝐫𝐠𝐨 𝐚𝐝𝐢ó𝐬» recibió inicialmente críticas mixtas, pero con el tiempo ha ganado reconocimiento como un hito en el género neo-noir.
La interpretación de Gould de Marlowe es ampliamente considerada como una de las interpretaciones más singulares y memorables del personaje. La subversión de la película de las convenciones noir tradicionales, combinada con el estilo de realización distintivo de Altman, la convierte en un referente crítico y cultural en la evolución del género.