Por Arturo Mesa ()
Atlanta.- Segundo cumpleaños solo, aunque como Arjona: “realmente no estoy tan solo….” Ando con mis pensamientos; mis mejores aliados; esos que cuando se aproxima la tristeza se alzan y me dicen: “pon hard rock, mira pal congelador y no comas tanta m….”.
Pero este enero ha llegado lleno de esperanzas y, aunque no tan joven, he caído en un país que te dice: “it is up to you”. De hecho, ya hasta escojo mis trabajos. No ha sido fácil, pero en la isla ya el futuro había muerto para mí (o me lo habían matado) y hay otros tres en cola por cuyos futuros se me hace importante luchar, aun a mi edad.
Y es que el imperio, el malo de la película, el tenebroso vuelve a alzarse como mejor opción para el de la isla, mientras el gobierno “garante de toda la justicia y prosperidad” se degrada en justificación, incapacidad y excluye a su antojo, además de creerse por encima de la misma vida mientras sus mejores y más capaces hijos, van dando tumbos (como uno) en suelos fríos y distantes.
Yo no sé albergar el odio, no odio, ni siquiera en fechas como esta en que me rodean las letras cuando quisiera los abrazos, en que me rodea el invierno cuando quisiera una arena llena de gente, pero rezo –si existiera un escuchador— porque las separaciones terminen pronto, no somos un país, una raza, una ideología; somos una especie que creó el concepto de país de raza e ideología por un asunto de conveniencias, cuando es el hombre lo que importa y solo una mente débil, incivilizada (o corrupta) puede poner (y mantener) una política por encima de la misma creación, o una ideología de tercera mano por encima del progreso, mientras las cifras se empeñan en mostrar degradación.
Hoy me ha tocado otro enero distante, pero este año, esperanzador, con sueños y aspiraciones y aunque solo, ando contento, confiado y orgulloso; y ando con los del apoyo constante, los de las llamadas, y los del ánimo inquebrantable. Y para todos las Gracias.
No soy otra cosa que alegrías.
