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MARKETING A LO CUBANO

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Por Irán Capote
Pinar del Río.- Imagina que tú, con toda la casa a oscuras, te vas de boca contra la pared del “mediopunto” y -que Dios no lo quiera- te partes uno o dos de los dientes que has cuidado como cosa buena durante años con pasta Perla.
Imagina que tienes que salir corriendo, llamar un“riquimbili” que te cobra entre 500 y 600 pesos -para allá y para acá- por llevarte al cuerpo de guardia del hospital.
Imagina que llegas al hospital y, apenas sin poder hablar, con la boca tapada para que no se den cuenta de que has perdido las perlas de tu boca, pides, imploras, lloras por la atención de la recepcionista de emergencias que no te hace caso porque está escuchando en el grupo de Whatsapp del quiosco, el corte de los números para mañana vender toallita húmedas.
Imagina que tienes que dar un manotazo con la mano que tienes libre -recuerda que la otra está tapando tu boca-. Pues das el manotazo en el buró de bagazo todo hinchado y le gesticulas algo así como: “¡Atiéndeme, coño , que esto es una urgencia!”
Imagina que ella, uña postiza sobre pantalla de Redmi 9A, pone pausa en el audio de la coordinadora del quiosco, te mira y te dice: “¿Qué te pasa a ti? ¿Cuál es la mala forma?”
Y tú, avergonzado y hecho un desespero, te quitas la mano de la boca y le enseñas tus dos dientes recién partidos.
Imagina que ella te señala la puerta que da al pasillo de la consulta de “Urgencias estomatológicas”; te revira los ojos y comenta en voz baja : “ Con esa cara fea y esos dientes acabados”.
Imagina que entras a la consulta , el estomatólogo de guardia, a dos días de irse para México a cumplir misión internacionalista, pero con destino final en Nebraska vía CBP One, te mira la boca, revisa tus dientes y te pregunta: “¿Trajiste la fresa? ¿Trajiste la amalgama? ¿Trajiste el sillón? ¿Trajiste la anestesia?”
Imagina que tú -hasta ahora avergonzado por los dientes caídos- abres la boca como una jaiba y le dices : “No”.
Y el estomatólogo de turno, con un pie en el hospital y otro en Nebraska, te dice : “Yo tengo un contacto que los vende”.
Imagina que saca una lista de cada cosa que necesitas para empatar esos dientes que ya han pasado por mucho: pastica amarilla en la primaria, buchito en la primaria, pasta Perla desde la secundaria hasta la universidad y, mordedura del cable que tienes que jamarte para comer en este país. ¿Qué escena tan dura ¿verdad?
Ah, pero todo sería muy distinto, si no te hubieras ido de boca para esa pared por andar en la casa a oscuras.
Todo sería muy distinto, si me compras una de estas lámparas recargables que absorben energía solar y llevan hasta pilas en un precio módico de apenas 4,000 pesos.
¿Te parece caro? Bueno, pues suma lo que te va a costar toda la peripecia hasta el dentista. Y verás que tengo la razón.
Porque no es venderte una lámpara recargable, bebé. Es cuidarte la sonrisa.
Interesados al privado.

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