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Por Anette Espinosa ()
La Habana.- El régimen, sin consultar a los afectados, le dijo al gobierno de Estados Unidos que no necesitaba ningún tipo de ayuda para los damnificados por la catástrofe latente provocada por el huracán Oscar y sus torrenciales lluvias, las cuales aún afectan la región.
Los gobernantes, imitando la misma posición de Fidel Castro, no aceptaron que el país más preparado para estas contingencias, los ayudara. Y dijeron que no la necesitaban, porque los encargados de decidir no sufren ninguna de las carencias que los guantanameros de Baracoa, Imías y San Antonio del Sur sí padecen.
Los políticos, en ninguna parte del mundo, sufren carencias de ningún tipo. Los políticos, por naturaleza, tienen doble moral, venden un doble discurso, hablan en primera persona del plural, invocan al pueblo, y luego se regodean y ríen de sus mentiras en sus círculos más cercanos.
Fidel Castro y Hugo Chávez hablaban de lo importante que es tener a la población en la miseria para que los siguiera apoyando, porque nada más que se convirtieran en clase media, les iban a virar los cañones. Por ahí hay audios que demuestran esto que digo, pero lo de Guantánamo es otra cosa.
Ahora, el mismo régimen que convoca a hacer donaciones para damnificados, que reclama el protagonismo de una sociedad civil inexistente, porque la sepultaron en un ataúd rojo, es el que por décadas las prohibió, proclamando su autosuficiencia, que se creyó un Estado todopoderoso, capaz de resolver todo y que siempre ha anulado a las personas, porque es instrumento sin autonomía, ahora pide ayuda al pueblo.
Ahora insiste en donaciones, incluso monetarias. Y tiene tan poca vergüenza ese gobierno, que lo que van a darle a los que viven en aquellos lugares, a los que lo perdieron todo, se lo quieren cobrar. Más de 800 pesos por una miseria de alimentos que no alcanza ni para un día, y van a cobrar, o cobraron, más de 800 pesos.
Ayer vi las primeras imágenes de un blindado -un vehículo de infantería- en Guantánamo. Alguna que otra de los helicópteros, y el presidente y el primer ministro en esta capital, donde tampoco resuelven nada, donde se dan la buena vida, porque ellos no sufren apagones.
Sin embargo, allá ha ido gente de muchos lugares, personas de bien que, con medios propios, llevan ropas, alimentos, medicinas, y los reparten con toda la dignidad del mundo. Hay diferencias entre la forma de ayudar del gobierno y la de la propia gente.
Tengo muchos amigos listos para hacer donaciones, gente que quiere enviar, sobre todo dinero, algo de comida de la escasa que tienen, pero también hay algunos que dicen que hacerlo por la vía del gobierno y sus organizaciones es facilitar que se roben la mayoría de las cosas, porque entienden que entre los gobernantes están los más ladrones del país y en eso les doy la razón.
Es mucho el cinismo y la manipulación de esta dictadura, que promueve desplazamientos y manipulaciones de la verdad conforme a la tergiversación de turno, siempre apoyados además de en su habitual mala memoria.
Mi consejo para los Díaz-Canel y compañía es que le den para atrás a su posición y acepten que el gobierno de Estados Unidos ayude a los cubanos, porque lo que van a mandar, aunque ustedes se apropien de una parte, va a ayudar a esos que están viviendo días convulsos, sin alimentos, sin comida, incluso sin un techo donde dormir y amenazados aún por las aguas y el tiempo.
Dejen a un lado la politiquería barata. Ya encontrarán argumentos para hablar en la ONU cuando se vote la resolución contra el bloqueo, pero permitan que Estados Unidos ayude, porque son los únicos que pueden hacerlo de verdad, con medios, con recursos, con cantidades suficientes para resolver la crisis generada en Guantánamo y que tiene al gobierno como principal culpable.
O mejor, quédense acá, en la capital, en sus cómodas poltronas, disfrutando de sus buenas bebidas, y no molesten a los que quieren hacer algo por el sufrido pueblo cubano.
Y, ojo: cuidado al volver -si es que deciden ir allí de nuevo- la población no los expulse como hizo una vez con Díaz-Canel, cuando fue a visitar a los afectados por el tornado de 2019 en Regla o Guanabacoa.