Camagüey () No fueron brujas las que ardieron, fueron MUJERES bonitas, cultas, inteligentes.
Las condenaron por tener una marca de nacimiento, por ser hábiles, por ser altas, negras o pelirrojas, condenaron a las que mostraban fuerte conexión con la naturaleza, a las que bailaban y cantaban, a las que se veían felices, autónomas, virtuosas, contestatarias y poderosas.
Para la Santa Inquisición y muchos otros grupos a lo largo de la historia, cualquier mujer de espíritu libre debía ser quemada o arrojada al agua. Si flotaba era culpable y ejecutada. Si se hundía y se ahogaba era declarada inocente y entonces su alma iría al cielo.
Muchas, miles de ellas fueron arrojadas por los acantilados o colocadas en agujeros profundos del suelo por seres que se sentían superiores a ellas, casi dioses.
Porque conocer la historia es importante y urge dar voz a todas las mujeres en honor a las que fueron humilladas, golpeadas, torturadas y masacradas. Larga vida a las mujeres independientes, fuertes y poderosas.
Y repito, no fueron brujas las que ardieron, fueron: MUJERES.
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