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TRES LOGROS DE LA REVOLUCIÓN

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Por Oscar Durán

La Habana.- El domingo pasado no fue un buen día para mí. Llevaba casi un mes esperando las finales de la Eurocopa y Copa América, pero quitaron la corriente desde las dos de la tarde y la pusieron cerca de la una de la madrugada. Un domingo de mierda, como nos tienen acostumbrados los gobernantes de este país.

Fue por eso que llamé a tres socios del barrio y nos pusimos a tomar ron, con 33 grados de temperatura, escuchando a Los Aldeanos desde un celular con batería suficiente para no ocultar tanta rabia acumulada. A veces, hay actos más elocuentes que pedir libertad y decirle Singa’ o a Miguel Díaz-Canel.

Los tres amigos del barrio deberían “agradecerle” una vida entera a la Revolución, sin embargo, tienen tanta desgracia -como yo-, que solo piensan en ir bajando de aquí o esperar un cambio definitivo. “Si Nicaragua cierra, yo me ahorco”, repite a cada rato Y.S.L.

A grandes rasgos, les dejo la historia de los tres.

Y.S.L. es Médico General Integral (MGI). Se graduó en 2012. Siete años atrás estaba en el Preuniversitario sin saber qué carrera coger. Suspendió las pruebas de ingreso, pero la Revolución es tan “generosa” que le regaló medicina. “No te atiendas con doctores menores de 35 años, no saben nada. Mírame a mí, lo único que sé es mandar aspirina a los pacientes y hacer certificados médicos”, dice mientras se da un trago y enciende un cigarro H.upman. 

Todo es una mentira, Oscarito, expresa M.T.C., mientras se escucha a el B por atrás rapear una parte de la canción A dónde vamos a parar”. “Aquí donde tú me ves soy el Jefe de Departamento de Humanidades en una secundaria básica y no sé hacer una oración bimembre. Cuando estaba en noveno grado, fui el penúltimo en el escalafón y me llegó técnico medio en soldadura. A duras penas logré graduarme. Entonces llegaron los Cursos de Superación Integral  y mi mamá me rogó empezar en ese invento. En todas las pruebas me fijaba y sacaba 100 puntos. Hasta en matemática, fíjate. Fue ahí cuando me ofrecieron ser profesor de una secundaria y no tuve de otra. Ahora lleno registros con falsas notas y el día más feliz de mi vida es el 22 de diciembre cuando los alumnos regalan medias, calzoncillos y jabones”, alardea M.T.C.

El último socio es R.H.S., todos le decimos el Mamer, por Mamerto. Es un buen chamaco. Noble. Tiene 36 años y es entrenador de Kárate. Ya estuvo en Venezuela de misión. Conoció Caracas primero y La Habana después. El Mamer nunca ha tirado una patada, pero el Inder necesitaba recursos humanos y escogió al azar a cuantos jóvenes veía en la calles. 

“Asere, a mí me importa tres pepinos el deporte. Lo mío es josear la comida todos los días y firmar la tarjeta del trabajo para que me paguen la mierda de salario. A ver, dime, si yo dejé de estudiar en noveno grado, ¿cómo logré hacerme licenciado en Cultura Física? Da pena decirlo, pero es la realidad», vocifera como si quisiera que todo el mundo lo oyera.

Aun queda media botella por bajar y ni por enterados nos damos si ganó España o Inglaterra. Nos adaptamos a vivir así, a la golden blue. No tenemos rumbo, aunque presumamos, cada uno, se sendos títulos universitarios.

Cuba no necesita solamente un cambio de gobierno. Estos tres ejemplos son un botón de muestra. Cuba necesita muchas cosas por cambiar. Desde sus calles llenas de huecos, hasta los baches del cubano en el cerebro. Los Castros pudrieron una sociedad entera, que ahora anda dispersa hasta por la Conchinchina. Pero los más podridos estamos dentro de la isla. Sin luz -entiéndase luz en todo su significado-, sin comida, sin médicos, sin maestros, sin deportistas, pero dándolo todo por mantener los logros de la Revolución.

¿Logros? ¿Quedan logros? Bueno sí, el de acudir como unos inmorales el próximo 26 de Julio a la plaza espirituana Serafín Sánchez, y erizarse a la hora de decir Patria o Muerte sin nada en el estómago.

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